domingo, 29 de noviembre de 2015

Disfrutar

Una de las cosas que he aprendido recientemente es que se puede controlar a las personas si se les quita su capacidad de disfrutar. El control social tiene éxito cuando se convence a las personas de que su capacidad de decisión es limitada o no existe. 
En muchos sociedades y religiones la palabra disfrutar está vetada o asociada a pecado o a holgazanería y un/a “gozador/a” se asocia a un     alma perdida, irresponsable, que no precave para el futuro y que no trabaja duro para forjarse el “porvenir”.

Creo que en Occidente nuestra desconfianza y auto-censura ante el goce de todo tipo (sensual, sexual y corporal en general, de ocio, de juego, etc.); es el resultado de siglos y siglos de una constante programación social basada en una moral represora impulsada por las religiones judeo-cristianas y acrecentada por el sistema económico capitalista, que desde fines de la Edad Media está interesado en convertir al ser humano en un engranaje más de una máquina gigante que llevará a la humanidad al “progreso”.

Es interesante en este contexto observar como la visión de cuerpo se fue transformando. Con el advenimiento de la anatomía y los conocimientos de la ciencia médica que comenzaron a extenderse por Europa durante el Renacimiento, el cuerpo pasó a verse como un máquina más. Ya no como el receptáculo del alma, sino como un aparato que había que mantener funcionando y entonces el disfrute pasaba a segundo plano.  

Si bien durante la Edad Media el predicado de la Iglesia apuntaba a reprimir los instintos y a guardarse del derroche y el exceso y se relacionaba la virtud y la castidad con la suprema identificación con Cristo, inculcándosele al ciudadano común que la humildad y sumisión eran las virtudes necesarias para alcanzar “el Cielo”; aún no se asentaba la idea de “programación para el trabajo” y “multiplicación necesaria de la mano de obra” que surgió después. Aún el Estado- Nación no surgía como tal y no se utilizaba a la Iglesia para lograr el control social del cuerpo y la reproducción de los individuos. Los señores feudales y los monarcas sólo se asociaban con la iglesia para mantener las conciencias de los siervos cautivas y sus instintos libertarios a raya.
Fue más tarde cuando empezó a gestarse el actual control social o la “esclavitud encubierta”, precisamente después que comenzara a abolirse o a condenarse la esclavitud legal.

Es interesante leer a los filósofos y científicos europeos renacentistas y darse cuenta como, de a poco, se fue forjando esta nueva concepción del “mundo moderno e industrializado” del que somos herederos. La cosmovisión de los seres humanos hasta la Edad Media estaba basada en lo comunitario, en la asociatividad y la cooperación que los habitantes de las aldeas debían tener para sobrevivir. Incluso los campesinos y siervos tenían organizaciones propias para poder afrontar la dura vida al servicios de los dueños de la tierra. Sin embargo, a medida que fueron apareciendo las ciudades, los Estados Naciones y la Burguesía, todo este sistema fue reemplazado de a poco por otro donde los individuos para servir mejor a los fines “productivos” debieron funcionar como las partes de un reloj, coordinados pero cada uno haciendo su “parte del trabajo” sin saber o estando totalmente desconectado del actuar de los demás. Conjuntamente con esto, la visión del trabajo también se transformó, porque el individuo ya no trabajaba en coordinación con otros para ganarse el pan, sino que lo hacía aislado de la comunidad, en su reducto y para sí mismo.

Al nuevo sistema económico capitalista en ciernes le interesó desbaratar toda forma de asociatividad y comunidad. Así, empezaron en Europa los “cercamientos”, que autorizaron los Monarcas y Señores, donde se parcelaba la tierra, se dividía en porciones pequeñas, con un dueño determinado. Se despojaba a los campesinos de sus organizaciones, de sus gremios. Se los obligaba a migrar a las ciudades a pasar a integrar el gran engranaje de la fábrica. Las familias ya no vivieron en  la aldea ni se organizaron mancomunadamente para sobrevivir, sino que cada núcleo fue relegado a su pequeño espacio en la producción.

La composición y roles de la familia cambiaron por completo. Ya no trabajaron todos sus miembros juntos en el campo para sobrevivir, sino que cada uno tuvo un rol absolutamente determinado en este nuevo escenario social. El hombre fuera del hogar, como “mano de obra” y la mujer fue relegada a lo doméstico, a producir más mano de obra. 

En este contexto fue muy importante ensalzar el valor del trabajo desde el púlpito (especialmente el incipiente “Protestantismo”, que llegó a erigirlo como la virtud más importante de todo “buen cristiano”). “Trabajarás de sol a sol y con el sudor de tu frente conseguirás el pan” se convirtió en el mantra occidental-capitalista y nos rige hasta el día de hoy.

Esto no ha cambiado, sólo han cambiado a lo largo de la época contemporánea los actores. Los regímenes comunistas basados en el pensamiento de Marx intentaron igualar las injusticias, dándole a los trabajadores la oportunidad de ser dueños de sus propio trabajo, de los medios de producción y del capital. Sin embrago, no apuntaron al fondo, no lograron salirse de la lógica del trabajo separado del disfrute, del sin sentido de todo este materialismo que cada vez se pone peor.

Hoy más que nunca tiene sentido la metáfora de esa mano invisible controlando los hilos del mundo. Todos intuyen que sus vidas son controladas por “otros”, quienes están fuera de la rueda que gira sin cesar, pero nadie saber quienes son.
Es como si los que poseen todos esos productos, bienes y servicios que necesitamos desesperadamente para mantener nuestro estilo de vida, nos dominaran con una especie de dispositivo que nos convierte en “zombies” programados para consumir y producir más bienes materiales, en una carrera desesperada por llenar un vacío que nadie sabe de donde viene.

Algunos amantes de las conspiraciones hablan de un grupo de poderosos que dominan secretamente los gobiernos y las economías mundiales, que serían los gestores del actual sistema bancario, que produce dinero “virtual” sin respaldo en metálico como antaño.
Ellos, los dueños del mundo tendrían un plan de eliminación sistemática y progresiva del “excedente” indeseable de la humanidad. Serían la “mano negra” detrás de las guerras actuales, que se inician y planifican pormenorizadamente en sus despachos.
Todas ellas, creadas artificialmente a partir de alguna manipulación comunicacional que desata la psicosis colectiva y el miedo y que hace a los ciudadanos del primer mundo pedir a gritos la “protección” por parte de sus ejércitos y la eliminación de los “peligrosos” (sean terroristas islámicos, guerrilleros centroamericanos a cargo de los carteles de las drogas o caudillos separatistas de distintas naciones de Europa del Este o de África).

Lo más irónico sería que todos estos peligros son financiados y puestos en funcionamiento por los mismos sujetos, a fin de crear el conflicto bélico de turno, enriquecerse con la venta de armas y permitirle a los gobiernos de los países del primer mundo, adueñarse “legítimamente” de los recursos que les interesan (por ejemplo, el petróleo, el oro, los diamantes, etc.)

No sé si los conspiracionistas tengan razón, pero lo que si es evidente es que asistimos en estos tiempos a la desaparición de las Utopías y a una especie de desilusión masiva. Las religiones tradicionales le dan respuestas espirituales a cada vez menos gente y la mayoría está seguro de que ningún gurú ni método de “auto-ayuda” lo salvará de nada.

Creo que en este escenario lo único que queda es mirar hacia adentro y preguntarnos ¿Estoy disfrutando realmente de mi vida?, que es finalmente de lo que se trata la felicidad. Dicen las antiguas filosofías orientales que la felicidad no es algo que se deba alcanzar, sino un estado natural del ser humano, que queda invisibilizado cuando las personas se confunden y se identifican con el mundo material, creyendo que ellas son lo que poseen o lo que hacen. Entonces, el ego queda atrapado en el mundo de la ilusión y la persona no sabe quien es, no puede ver que su yo verdadero no está en el cuerpo, ni en lo que posee, ni en lo que hace para vivir, ni en ninguno de sus logros. Su yo verdadero no es la mente que se identifica con la experiencia que está viviendo, sino la consciencia de fondo que observa la experiencia. Si pudiera darse cuenta de esto, entonces sería libre y ya no más un esclavo de la ilusión.

Si se es libre, se recupera el poder de decisión que es, en último término, la posibilidad de elegir el propio destino y decir como  William Ernest Henley en su poema Invictus “Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma”.
Yo no soy lo que me pasa, yo no soy lo que la vida hace de mí,  sino que yo decido como quiero que la vida me pase.
Y entonces cobra sentido la premisa de los físicos cuánticos de que la realidad material no existe, sino que es la consciencia la que la crea. Si mi vida no va bien, si no disfruto ya es porque estoy decidiendo que la experiencia que vivo es mala, pudiendo no calificarla de ningún modo y sólo atravesarla y ser consciente de que yo no soy esa experiencia, sino quien la observa.


lunes, 11 de mayo de 2015

Raíces

Siempre me ha fascinado la forma que tienen las ideas de multiplicarse y conectarse unas a otras.
Cuando un nuevo pensamiento o conocimiento llega a nuestra mente se expande exponencialmente.
Es imposible saber donde llegará y a veces ni siquiera recordamos cómo se nos ocurrió o de donde vino una idea.
Con los años he aprendido a distinguir y a hacerles caso a estos pensamientos que parecen haber sido "colocados" en mi mente. Hay todo tipo de situaciones en que llegan a mí, pero principalmente es en estado de meditación o en sueños.
Una de las mejores cosas que pude haber hecho en esta vida es aprender a meditar y a trabajar con los sueños y sus claves. Lo que estos dos aprendizajes han aportado a mi crecimiento personal es incalculable.
Estos "pensamientos especiales" suelen derivar de una sola imagen o mensaje. A veces veo algo y luego la interpretación parece venir desde otro plano. Es como si le susurraran a mi inconsciente su significado.
Y en realidad es así. Todo lo que he leído acerca del funcionamiento de nuestro inconsciente (individual y también colectivo) y sobre las conexiones del cuerpo mente y espíritu, desde la Psicología, la Teología, la Biología y la Física, lo confirman.
Esas ideas llegan a mí en ese estado porque no son realmente mías. En ese momento soy como una antena que está sintonizada adecuadamente para recibir información. 
Esto es tan antiguo que la mayoría de las tradiciones filosóficas antiguas lo han enseñado de diferentes maneras, pero con el tiempo y a medida que los habitantes occidentales del mundo nos hemos "modernizado", lo hemos estado olvidando paulatinamente.
Yo no soy especial ni tengo ningún talento "mediúmnico". Sólo soy una constante y porfiada mujer, que no se cansa de seguir buscando sin cesar respuestas que satisfagan sus inquietudes intelectuales y espirituales. Y a la que, por sobre todas las cosas, le apasiona aprender cosas nuevas.
Así, a lo largo de mi vida, he descubierto a muchos autores interesantes de las más variadas áreas y en el último tiempo he advertido que personas provenientes de sectores muy distintos están llegando a las mismas conclusiones sobre la inmortalidad del espíritu y la concepción de Unidad del Universo y sus habitantes.
Es fascinante ver como la ciencia se acerca a definir la naturaleza de la Vida y comprueba que los viajes fuera del cuerpo, los recuerdos de vidas pasadas, las experiencias de casi-muerte y otros fenómenos como estos son posibles y reales.
Me esperanza observar cómo las nuevas corrientes espirituales se funden para olvidar las diferencias de las obsoletas religiones del pasado y avanzamos como humanidad en este camino de despertar la conciencia que hace unas cuantas décadas se ha ido acelerando.
Hoy siento que se hace más profunda que nunca la brecha entre el egoísmo y la esclavitud capitalista que domina al mundo y las nuevas generaciones de niños despiertos que están viniendo al mundo con otros valores como la conciencia de hermandad planetaria, de amor incondicional como forma de vida, de ecología como algo más que "salvar a las ballenas". Me he encontrado con niños "que saben o que recuerdan" cada vez más a menudo, nacidos de padres de lo más diversos.
Frente a estos seres me pregunto ¿tendremos salvación? ¿realmente evolucionaremos los seres humanos? o el daño ya es demasiado y vamos directo a la extinción como especie, para dar lugar a otro experimento más exitoso de la Vida en este Planeta nuestro, que se ha desecho millones de veces de organismos poco adaptados, para volver a empezar.
Confieso que cuesta mantener la esperanza al ver tanta miseria perpetuándose en el tiempo, creando más miseria a su paso. A veces me sorprende que no nos hayamos extinguido ya. 
La crueldad del ser humano contra los de su misma especie llega a límites impensados y ni hablar de la depredación de las demás especies y el medio ambiente, que ya es irremediable y de la que somos cómplices todos.
Es impresionante el nivel de destrucción alcanzado en unos cuantos siglos de este sistema de vida que ha creado la Humanidad occidental "moderna", basado en la explotación de los más débiles con la colaboración y hasta aprobación de los mismos (una esclavitud inconsciente, la peor clase que haya existido jamás).
Es desalentador observar las nulas posibilidades que existen para el "iluminado común y corriente", heredero desilusionado de las luchas sociales de sus antepasados,  de cambiar este sistema desde la base.
En la era de la globalización el individualismo es el rey. Con la desaparición de las Utopías aplastadas por el consumo masivo de todo tipo de "chatarra" ha evolucionado el "Homo-consumens", cual zombie absorbido dentro de un micro-mundo del tamaño de su I-Phone.

Anoche llegó a mi una imagen, que quizás sea mi respuesta para no perder la fe en esta vapuleada Humanidad.
Vi a millones de árboles poblando un denso bosque. Cada árbol estaba ensimismado en su propia tarea y ninguno podía percibir su conexión con los demás. Estaban agotados de repetir una y otra vez los procesos que les aseguraban la subsistencia. De repente me percibí como uno de ellos y me concentré en mis raíces. Me quedé observando y sintiendo como descendían profundo en la tierra y cómo se unían a las de los demás árboles vecinos, y las de éstos a otros, hasta el infinito.
Disfruté de esta sensación de pertenencia y unión y comencé a sentirme en paz, acompañada y plena de sentido y amor.
Luego sentí que estas palabras venían a mí: "ese es el problema con ustedes, que no comprenden que sus raíces están unidas y que todos son Uno".
Una linda forma de resumir los mensajes de las lecturas y pensamientos que me han estado "susurrando" últimamente.

Nota: Por si les dan ganas de filosofar luego de leer este post, aquí una lista de algunos autores de lo más varipinta (científicos, médicos, místicos y académicos) que pueden ayudarlos a abrir la mente. Por supuesto que al leer a cualquiera de ellos, van a ir encontrando conexiones con muchísimos más y con los clásicos o antiguos autores de los que han partido para desarrollar sus ideas. Lo que tienen todos en común es la originalidad y la valentía de dejar atrás las ideas dogmáticas de su tiempo para atreverse a proponer algo "hereje" u osado.

- Brian Weiss
- Elizabeth Kübler-Ross
- Masaru Emoto
- Claudio Naranjo
- Vicent Guillem
 - Bruce Lipton
-  H, Maturana y F. Varela
- Casilda Rodrigañez
- Enrique Barrios
- Carl Gustav Jung
- Rupert Sheldrake
- Richard Bach
- Dr. Bach
- Jean Shinoda Bolen
- Christiane Northrup
- y un larguísimo etcétera, que cada cual puede intuir...



lunes, 26 de enero de 2015

DE CÍRCULOS Y MUJERES.


Desde la natural pausa en mis actividades académicas del último tiempo, que se han limitado al aprendizaje "intensivo" del idioma alemán para integrarme lo más pronto posible en mi nuevo país de residencia, he tenido ocasión de asistir a varios grupos o puntos de encuentro para madres y padres con niños pequeños, que por aquí son muy numerosos. 
Un poco para jugar con los niños y conocer gente, otro poco para buscar datos y crear redes; también para acompañar a alguna amiga. De a poco he ido participando más activamente hasta llegar a compartir mis aprendizajes profesionales previos, dictando Charlas o Temas de conversación.

Yo misma no me hubiese imaginado a mí misma como parte de un grupo de madres, reunidas en torno a los niños y a sus deseos de integrarse y desarrollarse en esta nueva sociedad.
Algunos desafíos o emprendimientos míos fueron más difíciles que otros. Algunas metas me costaron más alcanzarlas, pero creo que jamás necesité una tribu, un círculo, una cofradía. 
La última vez que recuerdo haber formado parte de un grupo fue para practicar deportes en la niñez, o para realizar trabajo social en la Universidad.
Mis amigos siempre fueron escasos y normalmente me absorbía en el millón y medio de actividades que realizaba. Ni siquiera después de casarme y entrar al amplísimo círculo de amigos de mi gregario marido mi carácter cambió. 

Ser mamá me llevó a interesarme por la opinión de "otras" (en femenino) por primera vez, pero aún así siempre me mantuve a distancia y a salvo de las emotividades y exabruptos propios del género, que me imaginaba que abundaban en estos círculos.
Mi formación emocional y profesional,  absolutamente masculinas ambas, me distanciaban de ello.
Sólo me permití este departir entre mujeres con fines exclusivamente espirituales, al buscar respuestas más personales que las que me daba la religión en que crecí, y comenzar a identificarme con las prácticas espirituales ancestrales, asociadas a la Tierra. 
Allí conocí mujeres increíbles que me fueron mostrando mundos nuevos y comencé a reencontrare con mi feminidad, absolutamente aplastada y escondida por el sistema y por  mí misma.
Estudié, experimenté y terminé creando talleres de empoderamiento femenino, orientados al autoconocimiento y un poco alejados del feminismo político tradicional.

Heme aquí ahora, a casi tres años de haber cruzado el Océano en busca de una tierra más fértil para desarrollar mis potencialidades y las de mi familia, sin perdernos el día a día del otro, sin vivir para trabajar y trabajando para vivir, para "vivirnos".
Debo decir, que a pesar que ha sido duro renunciar a todo para jugarnos todas las cartas en este proyecto la evaluación siempre es positiva. Hemos reducido nuestras "posesiones" pero hemos ganado tanto en aprendizaje y calidad de vida familiar.
Una de esas ganancias, muy personal, ha sido descubrir toda una nueva dimensión mía como mujer. 
Al sacarme de encima mis títulos, mi profesión, mis vínculos y relaciones sociales; me di cuenta que yo era mucho más que todo eso.
A pesar que ese ejercicio me dio un vértigo tremendo y a ratos extraño mi vida "importante", se me pasa rápido cuando recuerdo lo sola que estaba. ¿Realmente era "deformación profesional" la que me impedía llamar a una amiga para pedirle consejo o simplemente contarle mis angustias del momento? ¿En qué momento se perdió eso? ¿Cuándo había sido la última vez que me había reunido con otra mujer a simplemente tomarme un café y hablar de la vida, sin discutir asuntos de trabajo o estar en alguna actividad social grupal? 

Aquí he hecho todo tipo de amigas, de una diversidad de orígenes, educación y cultura enormes. Eso me encanta y he aprendido mucho.
Cada vez brilla más luminosa dentro mío la necesidad de ir más allá y formar un círculo espiritual de mujeres, que no sólo se acompañen mutuamente, sino que puedan sentarse a meditar juntas y comenzar su camino hacia la sanción, de sus cuerpos, de sus historias y de sus espíritus.
Un círculo donde no existan juicios sino aceptación profunda, donde se aprenda de la experiencia de cada una.
Sé que estos círculos están proliferando en el mundo entero como respuesta a las "enfermedades" de la Vida Moderna.
Creo en las palabras de Jean Shinoda Bolen escritas en un bello y corto libro que gracias a una gran amiga he tenido ocasión de leer hace poco; y estoy segura que la Sabiduría ancestral de los Círculos está volviendo a entrar en la Psique de las Mujeres porque auto-sanarnos ya es un mandato Universal. El millonésimo círculo, Jean Shinoda Bolen.

Confío en que pronto se materializará este anhelo mío porque últimamente he visto algunas señales que me hacen creer que "todo se está sincronizando" para llevarnos a un par de mujeres estudiosas y autocríticas a perder el miedo y descansar dentro de un círculo, porque ya es tiempo, ¡porque SI!
Hace mucho tiempo una mujer muy hermosa y poderosa me enseñó arriba de la montaña, en medio de la abundante naturaleza chilena, que cuando las mujeres se juntan en círculo la energía que se forma puede llegar tan lejos como quieran. Yo le creo. 


En algún lugar del Universo mis abuelas y bisabuelas sonríen, mientras sirven más mate y hornean pan para las otras. Sé que ellas no me abandonan y que les da lo mismo que esté en Suiza, acá me cuidan igual. A mí, a mi compañero, a mis hijos de carne y a mis hijas-ideas también.


Que el círculo se expanda e ilumine nuestro camino. 
Que se abran nuevos círculos. 
¡Que así sea!