jueves, 14 de febrero de 2013

La historia de la (in)Humanidad

Hoy he estado dándole vueltas a un tema tan antiguo como nuestra existencia misma.
¿Hacia donde nos dirigimos como Humanidad? ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Estamos realmente evolucionando o es necesario que nos autodestruyamos, para que el planeta se recicle una vez más?
Reflexiones surgidas a partir de mis últimas lecturas acerca del origen del Patriarcado y su evolución, hasta llegar a la sociedad capitalista, de consumo e individualista del Occidente actual.
Nuestras conclusiones fueron que el problema de la Humanidad de hoy es más profundo que el simple hecho que esté inmersa en un espiral insano de egoísmo, individualismo, competencia desmedida y esclavización del más débil. Eso viene ocurriendo desde hace milenios. El establecimiento mismo del Patriarcado como paradigma de regulación de las relaciones humanas, desde fines del Paleolítico, implica que el Poder concebido como tal, es siempre el mismo, no importa quien lo detente. 

Y he ahí el problema. Las relaciones humanas actuales funcionan en una lógica de Poder, donde existe siempre un sujeto dominante y otro dominado (dominación económica, racial, de género, por edades, etc) y los seres humanos están diseñados biológicamente para vivir en una armonía de conjunto, en sintonía con su medio ambiente y los demás seres vivientes. 
Sin competitividad "natural". Lo natural es la asociatividad y la solidaridad y no la competencia. 
De esto ya han hablado muchos científicos, contradiciendo a Darwin y su "supervivencia del más fuerte", como Kropotkin, Margulys, Maturana y Varela, que con conceptos como la simbiogénesis, autopoyesis y autorregulación, describen como la vida para evolucionar y continuar necesita de la colaboración y no de la lucha.
Entonces, da lo mismo que luchemos contra las injusticias sociales alrededor del Planeta y que busquemos la igualdad en todos los ámbitos. Nunca será suficiente porque es necesario cambiar el paradigma de la lógica del Poder.
Cuando una etnia desplazada consigue el reconocimiento de sus derechos e independencia, inmediatamente ingresa a la lógica de tener su propia cuota de Poder frente a sus antiguos subyugadores. 
Cuando las mujeres consiguen reivindicar derechos en una sociedad dominada por el Machismo, devienen inevitablemente en sustituir el antiguo orden de regulación social por otro nuevo, pero sin salirse del juego del Poder.
Y así, infinitamente. Replicamos una y otra vez el mismo modelo porque hemos olvidado como era la alternativa, lo comunitario, el desborde vital sin represiones de ningún tipo. 
En palabras de Casilda Rodrigañez "la vida reproduciéndose a sí misma".


Como especie Humana estamos reproduciendo un modelo contrario a la Vida, contrario a nuestra programación biológica. Cambiar esto si que sería un salto evolutivo. 
Pero el desafío va más allá de indignarse con las desigualdades, de militar en alguna corriente anti-sistema, o de dejarlo todo para irse a vivir una vida "más natural" a alguna comunidad ecológica y auto-sustentable.
El verdadero cambio no es sólo de creencias religiosas, de convicciones sociales. Es interior y de conciencia profunda y es colectivo, no individual.

Quizás no seamos capaces aún o nunca, quizás necesitemos reciclarnos y volver a empezar, como aseguran los apocalípticos.
Lo cierto es que a nosotros la intuición y la experiencia nos dicen que, al interior de nuestro pequeño núcleo a veces se pueden hacer cambios que se traspasen al exterior. 
Viviendo de tal forma de no reprimirnos ni reprimir a los otros, especialmente a los que dependen de nosotros.
Valorando toda vida y no sólo la que nuestra sociedad califique como "aceptable".
No juzgando de verdad (y no sólo "tolerando") la diversidad.
Esforzándonos por dejar atrás los traumas, dolores y cicatrices de la "educación" recibida, para no traspasarlos a nuestros hijos.
Ejerciendo nuestra libertad de pensamiento, opinión y acción cada día.
Es decir, cambiando la lógica del Poder por la del Amor, que es el verdadero motor de la Vida.
Porque la Vida se dispersa y re-produce más de sí misma siempre, en positivo o en negativo. 
La elección sigue siendo nuestra y de nadie más.




He rescatado un texto que escribí hace muchos años, que hoy me parece que cobra nuevo sentido a propósito de estas ideas y que comparto con ustedes aquí, para que continúen la reflexión por su cuenta.


Monologo de un alma
    
¡Estoy tan feliz!
Porque hoy…hoy voy a volver.
Dejaré de estar en estado de latencia, en espera
y empezaré, nuevamente, a ser.
Yo, que sólo soy una gotita de la esencia de la vida,
seré depositada en un cuerpo material,
que empezará a formarse y a crecer, hoy.
Aún no se me ha revelado,
en que ser me convertiré esta vez.
 
A lo mejor, voy a ser un vegetal.
Estiraré mis hojas hacia el sol
y sentiré como sus rayos penetran en mi interior,
y me ayudan a crecer.
Ah! Que maravillosa sensación,
la de producir el oxígeno que respiran los demás seres vivos.


Tal vez, me transforme en algún animal.
Un reptil que se arrastre, un insecto diminuto,
un pececillo de colores, un gran depredador.
O, quizás, en algún pájaro.
¡Qué delicia sentir el viento, acariciándome!
¡Cuánta libertad!

Acuarela autoría y propiedad de Araceli Espinoza

Pero, hay algo que realmente temo.
He sabido de algunos hermanos,
que han regresado sufriendo, marchitos y cansados.
Han necesitado mucho tiempo para recuperarse,
y atreverse a volver.
A pesar que no quieren recordar,
he logrado averiguar la razón de su angustia.
Por eso, me aterra pensar que mi espíritu deba encarnar
en un “ser humano”. ¡Tiemblo sólo de pensarlo!
Contaminar mi pureza y convertirme en uno de esos seres macabros, 
capaces de matar por placer o conveniencia.
¿Es que acaso no comprenden,
que todos hemos surgido de un mismo gran Amor,
y que tenemos la misma esencia?

Han llegado hasta nosotros horribles noticias.

La humanidad se ha llenado de egoísmo.

Han olvidado su propósito original

y se están destruyendo, unos a otros.
Incluso, se han otorgado a sí mismos,
el derecho a decidir, quién debe morir.
Y aún más, quizás no me dejen nacer.
Podrían negarme este regalo precioso,
que he estado anhelando por siglos.

¡Madre-Padre, Gran Espíritu!...
No me envíes a los hombres.
No me siembres en medio de ellos.
¡Me harán tanto daño!...

…Me están llamando…
Ya me vienen a buscar.
Estoy recibiendo el mensaje de mi misión.
¡Soy tan feliz!
Dentro de poco nos reencontraremos.

Miren bien a su alrededor.
Puedo estar en cualquier lugar.
Si me observan bien y dejan que el Amor los guíe,
sabrán que formo parte de sus almas.
Que somos lo mismo y que ustedes también fueron,
en algún momento, sólo una pequeña gota de la esencia de la vida.