domingo, 8 de septiembre de 2013

MI PARTO "NATURAL" Y MI PARTO REAL.

Era cierto. ¡Sabemos parir! 
Tal como lo dice el título de la canción de Rosa Zaragoza que se convirtió en mi favorita durante la reciente gestación de mi hija, porque me recordaba la fuerza innata que llevamos dentro y que ninguna sobreadaptación a la vida moderna puede quitarnos.
Todas esas intuiciones que se despertaron después de mi primer parto fueron tomando forma concreta durante mi segundo embarazo. 

Tenía que haber una mejor forma de traer al mundo a nuestr@s niñ@s. Una más natural y al alcance de todas las Madres. 
La que la evolución de nuestra especie diseñó y pulió durante tantos milenios no podía ser tan "peligrosa y terrible" como nos hemos estado diciendo en los últimos siglos.

Comencé mi búsqueda de esta mejor forma de parir, como tantas otras mujeres, luego de la desilusión que me provocó el seguro y medicalizado parto donde di a luz a mi hijo Simón, hace ya casi 5 años.
Ese parto fue muy bueno, de acuerdo al país donde ocurrió, Chile y sus prácticas médicas occidentales absolutamente halópatas y profesionalizadas (y muy segregadas, de acuerdo a la condición económica de la madre, pero ese es un tema que da para otro post).
Casi llegué a convencerme que merecía las felicitaciones de los médicos y que había tenido un perfecto parto "natural", que en países como Chile equivale a "sin cesárea".

Pero mi parto tuvo muy poco de "natural".

Después de casi dos días de padecer contracciones irregulares que eran ineficaces para dilatar mi cuello uterino, presa del miedo y la inexperiencia, fui ingresada finalmente al Hospital que había elegido, estuve rodeada en todo momento por un muy buen "equipo médico", que incluía todos los especialistas del área, que entraban y salían frecuentemente de la sala de pre-parto controlando mis procesos corporales con muchas máquinas y tecnología.
Eso da confianza a las inexpertas madres primerizas, por supuesto.
Mi esposo me acompañó en todo el largo proceso, también mi madre pudo estar conmigo un rato, mientras los profesionales "hacían su trabajo" muy eficientemente pero sin brindar una cálida y amorosa compañía, que sugiera paciencia y transmita confianza en la Madre y sus capacidades innatas.

A pesar de todo ese esmerado cuidado médico, yo sentía unas ganas locas de estar en un lugar íntimo y apartado, rodeada de olores y caras familiares, sin tanta "asistencia". Tenía la loca idea que el parto no debía verse como algo riesgoso que requiriera ir a un Hospital.

Por supuesto, mis familiares y amigos me convencieron que en un país como el nuestro parir en casa era una exentricidad hippie, que no está regulada ni legal ni médicamente y que era un riesgo tremendo que yo tratara de hacer algo así en mi primer parto, sin saber como iba a reaccionar mi cuerpo.
Debo decir que estos razonables argumentos pesaron más, pero muy dentro mío me quedé con una sensación triste de no haber confiado en mi intuición.

En el parto de mi primer hijo no hubo una compañía paciente, personalizada y continua, sino una profesional acción médica adecuada al contexto. Cada profesional entraba en la sala de pre-parto a realizar su "parte" de la labor de cuidado hacia mi cuerpo parturiento. Cada uno, una zona distinta de ese cuerpo, evaluando, recomendando acciones y luego salían de la sala. 

Así, las horas pasaban y mi cuello uterino, ajeno a todos estos desconocidos, seguía sin conectarse con la labor encomendada. Presa del miedo los músculos no se dilataban. En esa época no sabía que este era un esfínter más, que sólo logra dilatarse cuando existe la intimidad suficiente y que al igual que los otros esfínteres, si es "interrumpido" continuamente por la presencia de extraños no podrá relajarse y expulsar nada.
Mientras tanto, cada 8 minutos venía otra dolorosa pero corta e ineficiente contracción y mi cuerpo comenzó a agotarse.
La solución para este "problema médico" fue la clásica en los partos hospitalarios de mi país. Medicamentos que ayuden a completar el trabajo y he aquí el cóctel más moderno a disposición de estas inexpertas madres:

1- Oxitocina sintética inyectable. Esto porque el cuerpo no está secretando la cantidad suficiente de esta hormona para dilatar el cuello uterino. El cuerpo no la secreta porque el pánico lo impide.


2- Para paliar el efecto acelerador antinatural del medicamento anterior (todo el dolor viene junto porque no hay progresión, sino que la dilatación es repentina y el cuerpo no la asimila lentamente), viene otra maravilla de la moderna medicina obstétrica: la Epidural. Inyección que contiene la droga más usada para paliar el dolor en los partos, que la mayoría de las mujeres modernas está convencida que es indispensable para no desfallecer en esta insoportable agonía. 

Esta mágica poción tiene muchos y bien documentados efectos adversos para el bebé, al igual que el uso de oxitocina sintética, pero es mejor para las mujeres ignorarlos o desacreditarlos, a fin de hacer frente al terror de los "riesgos" del parto. 
Yo contaba con esta información ya en esa época y traté de soportar todo lo posible e dolor para no necesitarla, pero fue imposible. Mi cuello uterino pasó en unos breves minutos de dilatación de 2 cm. a 8 cm. Literalmente, mi hijo cayó por una montaña rusa y así lo sentí.
Cuando apareció el anestesista, se me figuró como un ángel con jeringa y casi ni me di cuenta de la incomodidad de la postura para que esa aguja penetrara en mi columna e hiciera su "trabajo" de adormecerme por completo de la cintura hacia abajo. 
Así, con esa sensación de adormecimiento, sentía movimientos pero como cuando tocas tu boca después de haber ido al dentista y recibir una inyección anestésica en tus encías.

3- ¡Perfecto! Ahora esta drogada y aliviada madre puede entrar en su labor de parto tranquila y eficazmente ¿?

¡Cómo diablos, en este estado de atontamiento de los sentidos, va una a conectarse con la cadencia del dolor y a descubrir cómo y cuando pujar!
El cerebro oye y trata de procesar las órdenes médicas de "Ahora puja, ahora respira", pero el cuerpo está dormido y yace encima de una camilla en la posición más incómoda que se haya concebido para expulsar un@ niñ@ del cuerpo materno. 
Esta postura, que hoy nos parece tan normal, no es la que nos corresponde naturalmente ni la que se usó por milenios, a fin de aprovechar la gravedad en favor de nuestras estrechas caderas y los grandes cráneos de los bebés humanos. 
Obligarnos a tumbarnos sólo tiene por finalidad facilitar la tarea de quien asiste el parto, por eso, desde que se extendió la medicalización de éste, proliferó esta postura hasta convertirse en la única aceptada en muchos países.

4- Por supuesto que en este lamentable estado de adormecimiento y en una posición antinatural, muy pocas mujeres, por más sano y atlético que esté su cuerpo, pueden completar por sí mismas y exitosamente la tarea. Ahí llega entonces, al rescate, otro maravilloso instrumento diseñado para "asistir" a las madres: El fórceps.

Con este artilugio los médicos ayudan a la incapaz mujer a sacar la cabeza y luego el cuerpo del bebé, que ella debió haber pujado al exterior sólo con la acción de sus propias hormonas y las contracciones de su útero. Por supuesto que para introducir el accesorio deben realizar una pequeña incisión en el perineo, que requerirá puntos y una incómoda cicatrización. La episiotomía.

Siempre me sorprendió la fuerza del instinto de mi hijo, quien a pesar de todo este medicalizado parto no vio afectada su vitalidad y comenzó a mamar inmediatamente después de ser "higienizado" por el personal del Hospital y mientras esperábamos que nos condujeran a nuestra habitación. 


Después de esta experiencia, por años tuve la sensación que pude haberlo hecho mejor si tan sólo el entorno hubiese sido más propicio y me sentí en la obligación de buscar la forma de experimentar la realidad si alguna vez tenía otr@ hij@.Esa oportunidad llegó el 17 de agosto de este año, a las 2:01 de la madrugada, en la "Frauenklinik" del Hospital Universitario de la ciudad de Basel, Suiza.

El día anterior había sido agotador, después de una noche entera de las ya conocidas contracciones cada 10 minutos, pero demasiado cortas para conducir a una rápida dilatación del cérvix.
Esta vez no tenía miedo ni stress laboral como en el primer embarazo y esta bebita era un deseo largamente anhelado por la familia entera, incluido su hermano mayor.
Hasta el día anterior realicé cada una de mis actividades normales, que incluían jugar en el parque por la tarde con  mi hijo. Me sentía estupendamente bien, no había subido mucho de peso y  mi cuerpo no parecía tener 5 años más.
Me desilusionó un poco no poder avanzar más rápido o eficientemente con mi trabajo de parto. Me había estado preparando largamente para ello. Meditando, aprendiendo a respirar correctamente, cantando incluso (método Leboyer).
El día 16 fui dos veces al Hospital, en la mañana y en la tarde y tuve que volver a casa, pues mi cuello uterino aún demoraría mucho en dilatarse lo suficiente para ingresar al Hospital y comenzar el trabajo de parto.
Pero mientras volvía a casa la última vez intuí que no pasaría mucho tiempo y debería volver al Hospital. A las 10 de la noche comenzaron las verdaderas y dolorosas contracciones cada 5 o 7 minutos, que me dejaban arrodillada en el suelo, que era la única posición en que podía soportarlas y concentrarme en la respiración. No pude pararme en dos horas, mientras mi hijo dormía y mi esposo sufría  a mi lado.
A las 12 de la noche fuimos otra vez al Hospital, pasando antes a dejar a nuestro dormido hijo a casa de su mejor amigo, a escasos metros de la nuestra.

Pasadas las 12 de la noche, comenzando el día 17 de agosto, me encontré por fin en una de las cómodas salas de partos del Hospital. La "Hebamme" (Matrona, Midwife) de turno era perfecta para esa agitada noche, dueña de una sonrisa plácida y de una dulzura que transmitía paz. Me dejé conducir por ella, sin poder hablar demasiado a causa del dolor, pero sintiendo que estaba en buenas manos.

El sistema suizo de atención a la maternidad privilegia la comodidad de la madre y la intimidad es muy importante. En el parto sólo está presente el personal médico indispensable, que se reduce a una Hebamme y una enfermera, si es necesario acude un/a Obstetra para realizar procedimientos como cesáreas u otras intervenciones quirúrgicas.
De lo contrario sólo una mujer es la compañía constante de la madre. Una mujer que está extraordinariamente preparada para relajar y brindar confianza a la madre.
En este caso, Simone (quien me asistió esa noche) tenía una mezcla perfecta de profesionalismo médico y calidez de "doula".
Ella privilegió mi comodidad y deseos todo el tiempo. Cuando dije que no podía moverme del suelo, porque  estar en la cama recostada para que me revisaran era muy doloroso, este deseo fue respetado. El instrumental fue entonces colocado a ras de suelo, yo sobre una enorme colchoneta redonda y ella pudo trabajar de todas formas. 
No pudimos preparar la bañera como yo había deseado y estaba escrito en mi ficha médica. La bañera estaba en la misma sala pero yo no podía pararme, sólo arrodillada mi cuerpo hacía frente y se concentraba en seguir el ritmo del dolor.

Comenzamos todo el proceso con 3 cm. de dilatación y en dos horas había nacido mi pequeña hija de 2,500 Kg.

Sin  "ayuda" de droga alguna, mi cérvix se abrió como debía, sin romperse ni necesitar ninguna sutura posterior. 
Sólo sostuve la mano de mi fiel compañero en cada contracción y hasta que comencé a pujar como nunca lo había hecho en mi vida. Cuando expulsé el líquido amniótico supe que recién estaba comenzando todo y que el dolor más fuerte aún me aguardaba.
Comencé a pujar cuando me lo pedían, tratando de concentrarme en seguir respirando eficientemente hasta que llegó un momento en que sentí que las fuerzas de todo mi cuerpo me abandonaban y que era imposible completar esta tarea tan ardua. Fue allí cuando las voces a mi alrededor comenzaron a hacerse menos audibles, sólo permanecían fuertes las palabras en español pronunciadas por mi marido.
Ya no pude decir ni pedir nada más en ningún idioma que no fuera mi lengua materna y comencé a invocar ayuda fuera de esa sala. Invoqué a todas las madres de mi familia, que parieron niños y niñas saludables sin asistencia médica por generaciones y hasta hace muy poco. Mi madre no nació en un Hospital, sino en pleno Chaco argentino, con ayuda de alguna partera alemana (probablemente su misma abuela materna) y/o alguna matrona  indígena de la zona.
Luego pensé en mi abuela paterna, quien seguro desde donde esté su espíritu descansando ahora, vino a socorrerme como lo hizo durante toda mi vida.
Y las abuelas de la familia de Martin y las de la familia de la Hebamme que me atendía, y así sucesivamente, formando una cadena interminable de úteros latiendo al unísono para ayudarme a dar a luz a mi Noemí.
Cuando llegó el momento de que la cabeza de mi bebé "coronara" sólo podía emitir gritos desgarrados y guturales. Nunca en mi vida me había permitido gritar así, ni siquiera sabía que podía hacerlo. 
Luego que salió la cabeza de mi hija al exterior y mi esposo gritara: Lo lograste! Ya veo su cabeza! pensé que me desmayaría, que ya no resistiría otro dolor igual. Una mezcla de ardor quemante y separación del cuerpo. Indescriptible. Es lo más cerca que me he sentido de la muerte y de la vida, al mismo tiempo.
En ese momento mi espíritu estaba en una alta montaña, rodeada por este círculo de madres y yo sola en el centro, trayendo al mundo a otra más.
Vino una pausa y pensé que jamás podría volver a pujar; aún no sé como logré juntar el  aire y la fuerza suficiente para pujar nuevamente y expulsar el cuerpo completo de mi niña.
Allí escuché su pequeño llanto, que se detuvo de inmediato porque la tomé y puse contra mi pecho. 

Un rato después Martin cortó el cordón umbilical que aún nos unía y reposamos por fin abrazadas en una cama, mientras ella instintivamente comenzaba a mamar, de la misma segura y  ávida forma en que lo hizo su hermano después de nacer.
Poco tiempo después alumbré la placenta que nutrió a mi bebé todo el embarazo. Era hermosa, con forma de corazón. La Matrona me la mostró sorprendida por su belleza y pedí que la guardaran. Hoy nutre un precioso árbol que hemos plantado para Noemí, luego de enterrar su placenta en una pequeña ceremonia familiar.


Así, parí a mi hija de la forma más "primitiva" que un parto hospitalario occidental permite y sintiéndome en todo momento respetada, acompañada y no dirigida ni mucho menos violentada. 
Todo el poder instintivo que nuestro cuerpo posee fue dejado en libertad de acción y pudo expresarse y conducirme por mi propio camino.
No evadí el dolor, me sumergí y nadé con todas las fuerzas a través de él. 
Esa fue mi elección y mi forma de sentir de verdad la vida.
Parí con un dolor no agresivo sino natural, por eso mi cuerpo inmediatamente liberó las sustancias necesarias para contrarrestarlo y mi recuperación me pareció mágica.
Al mediodía pude levantarme sin ayuda de la cama e ir al baño sin sentir ninguno de los dolores terribles que recordaba del parto anterior, derivados de las incisiones y suturas de la desagradable episiotomía. Sólo algo de irritación y dolor pelviano no mayor al de una larga excursión en bicicleta o cabalgando. 
Me duché tranquila y jamás se me inyectó medicamento alguno. De las dosis de analgésicos que dejaron para que las consumiera a ciertas horas si sentía dolor, sólo tomé el 20% y para calmar las molestias del inicio de la lactancia.
Permanecí los cuatro días de rigor en el Hospital, para que controlaran mi estado de salud y el de mi bebé, pero podría haber salido al día siguiente. En tres días ya quería llegar a mi casa a organizar todo y dormir en mi cama.
Nada más alejado del recuerdo de la estancia en el Hospital en mi parto anterior, con ardor incesante, dificultad para caminar e ir al baño y arrastrando por más de dos días el dispensador de calmante, conectado a la vena de mi brazo.
Esta vez sólo me dediqué a descansar, disfrutar a mi pequeña y ayudar a la primeriza madre que fue mi compañera de habitación y cuya recuperación era de lo más dolorosa, producto de una cesárea de emergencia. Ella recibió apoyo y consejería extra por ser primeriza y tener una recuperación compleja. 
Eso también me sorprendió gratamente. Ya contaré más acerca de este maravilloso sistema de atención a la Maternidad suizo, que incluye varias prestaciones posteriores al Parto, como visitas de Matrona a domicilio, asesoría de lactancia, consejería para Padres en los centros familiares de cada barrio y otras maravillas.

Por ahora, sólo agradezco la oportunidad de haber reivindicado mi capacidad de parir por mí misma, sin imposiciones de un sistema médico retrógrado y patriarcal, sin miedos infundados y sobre todo, con respeto y en la intimidad que toda mujer se merece.
Mi hijo y yo logramos sobreponernos a la agridulce experiencia de nuestro parto, a fuerza de instinto, de ignorar varias "recomendaciones de expertos" y por la conexión espiritual profunda que siempre nos unió.
Mi hija es más afortunada, no deberá sobreponerse a nada, sólo seguir el curso natural de una bienvenida no violenta a este Mundo. Su mirada tranquila me confirma que así será.


RUMBA DE LAS MADRES, ROSA ZARAGOZA

SABEMOS PARIR, ROSA ZARAGOZA

¿Qué le ocurre a los bebés que nacen por cesárea?

APOYO A LA MADRE Y LOS RESULTADOS DE LOS PARTOS.

Libro "Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer" PDF GRATIS

sábado, 4 de mayo de 2013

Instinto e Intuición.

He vuelto a reflexionar sobre este tema por estar atravesando otra vez, este particular momento de la existencia de las mujeres llamado "Embarazo".
El embarazo es un período en el cual entramos, inevitablemente,  en introspección. 
Estamos incubando vida y nosotras también renacemos cuando parimos a nuestr@s hij@s.
Es un estado para recuperar o intensificar nuestro instinto de mamíferas y nuestra intuición, que en nuestra especie tiene características únicas, desarrolladas a lo largo de milenios de evolución.

Mucho se ha escrito, teorizado y reflexionado acerca de de este particular instinto femenino; desde la Medicina, la Psicología y otras disciplinas, más o menos científicas.
Sin embrago, otra cosa muy distinta es la experiencia de cada mujer, cómo cada una ha sentido (o no) este especial cambio, despertar, etc.
Lo que he observado desde mi rincón, habiendo conocido a muchísimas mujeres personal o profesionalmente, es que las condiciones de vida de cada una, su cultura y su educación influyen demasiado en cómo cada una enfrenta y experimenta su condición de mujer o de madre.

Hoy no existe, en muchas sociedades, una experiencia compartida que incluya un pasaje hacia otra etapa vital, ni ceremonias, ni ritos que lo conmemoren. La transmisión de conocimientos acerca de nuestra esencia carece de tradiciones en las sociedades llamadas "modernas". 
No recibimos de nuestras madres una bendición especial, que nos recuerde lo sagrado de nuestro cuerpo y su carácter cíclico. Unas más, otras menos, lo que recibimos es sólo información médica o experiencial acerca de ciertos tópicos, con miras a que "controlemos" nuestra natalidad o nos comportemos "bien". Y así, no sufrir las consecuencias de los diversos "castigos sociales" por administrar "mal" nuestra sexualidad. 
Todo ello, de acuerdo a unas normas dictadas desde lo masculino.
Si bien somos herederas de los movimientos de "liberación" femenina, ello no ha contribuido a recuperar nuestra sacralidad o espiritualidad, sino sólo a darnos algunas armas para combatir en el mundo en condiciones de "igualdad" con los hombres, es decir, bajo sus reglas.

Existen innumerables trabajos acerca de este tema, pero quizás quien más ha identificado y dado sentido a las sensaciones de miles de mujeres es Clarissa Pinkola Estés, psicoanalista jungiana que además es "cantadora" o guardiana de cuentos, según las tradiciones de su familia, provenientes del Este de Europa y de la América hispana.
 Esta mujer ha inspirado e interpretado a muchas otras, ha dado claves importantes en su hoy ya clásico, "Mujeres que corren con los lobos" que prácticamente toda mujer mayor de 30 ha leído. 
Allí, a través de cuentos tradicionales contados en su particular versión, analiza los problemas de la mujeres modernas. Con este libro ha generado todo un movimiento de rescate de la intuición e instinto femenino primarios.

Pero ¿que es lo que ella dice?. Empieza por hacernos estas preguntas.
¿Qué ha ocurrido con la voz de mi alma? ¿Cuáles son los huesos enterrados de mi vida? ¿Cuál es mi relación con el Yo instintivo? ¿Cuándo fue la última vez que corrí libremente? ¿Cómo conseguiré que la vida vuelva a cobrar vida?
Dice que muchas mujeres occidentales de hoy han vivido vidas "desérticas", pequeñas en la superficie y enormes bajo tierra. Es necesario atravesar este desierto para llegar al "Río bajo el Río", nuestro mundo espiritual, para que ya no nos sintamos perdidas.

Normalmente, el primer paso es darse cuenta que llevamos dentro de nosotras algo más que la cultura heredada y que la educación recibida, algo más antiguo y profundo. 
En sus palabras "...comprende de qué manera las distintas partes de su naturaleza femenina y de su psique instintiva han sido asesinadas y han sufrido una lenta muerte detrás de una espléndida fachada".

"La tierra, la cultura y la política en las que vive una persona influyen tanto en su paisaje psíquico y son tan merecedoras de consideración en este sentido como su propio ambiente subjetivo."

"A menudo la vida creativa experimenta una reducción de su ritmo o se detiene porque hay algo en la psique que tiene una opinión muy negativa de nosotras y nosotras estamos allí abajo arrastrándonos a sus pies en lugar de propinarle un sopapo y echar a correr en busca de la libertad".

"La cura, tanto para la mujer ingenua como para aquella cuyo instinto ha sido lesionado, es la misma: Practicar la escucha de la propia intuición, de la propia voz interior; hacer preguntas, sentir curiosidad; ver lo que se tenga que ver; oír lo que se tenga que oír; y actuar después de acuerdo con aquello que una sabe que es verdad. El alma recibe al nacer las facultades intuitivas. Es posible que éstas estén cubiertas por años y años de cenizas y excrementos, pero no es el fin del mundo, pues todo eso se puede limpiar. Frotando, rascando y practicando, la capacidad de percepción puede recuperar su estado inicial."


"¿Qué utilidad tiene esta intuición salvaje para las mujeres? Como el lobo, la intuición tiene garras que abren las cosas y las inmovilizan, tienen ojos que pueden ver a través de los escudos protectores de la persona y orejas que oyen más allá del alcance del oído humano. Con estas formidables herramientas psíquicas la mujer adquiere una astuta e incluso precognitiva conciencia animal que intensifica su feminidad y agudiza su capacidad de moverse confiadamente en mundo exterior."

"A menudo la ruptura del vínculo entre la mujer y su intuición salvaje se interpreta como la ruptura de la intuición. Pero no es así. No es la intuición la que se rompe sino más bien el don matrilineal de la intuición, la transmisión de la confianza intuitiva entre una mujer y todas las mujeres de su linaje que la han precedido, es este largo río  de mujeres que se ha represado. Como consecuencia de ello, cabe la posibilidad de que la comprensión de la sabiduría intuitiva de una mujer se debilite, pero ésta se puede recuperar y volver a manifestar plenamente por medio del ejercicio."

"De ahí la importancia del dejar vivir y el dejar morir. Se trata del ritmo básico natural que las mujeres tienen que comprender y vivir. Cuando se capta este ritmo, se reduce el temor..."

"...los ciclos de la vida femenina. A medida que los vive, la mujer va entendiendo cada vez más estos ritmos femeninos interiores, entre ellos, los de la creatividad, el alumbramiento de hijos psíquicos y quizá también humanos, los ritmos de la soledad, el juego, el descanso, la sexualidad y la caza. No hay que esforzarse, la comprensión vendrá por sí sola." "Por consiguiente, cuando finalizan estas tareas, el "legado de las madres salvajes" es más profundo y la capacidad intuitiva emana tanto del lado humano como del lado espiritual de la psique. "

"Cualquiera que se acerque a una mujer se encuentra de hecho en presencia de dos mujeres, un ser exterior y una criatura interior, una que vive en el mundo de arriba y otra que vive en otro mundo no tan fácilmente visible. El ser exterior vive a la luz del día  y es fácilmente observable. Suele ser pragmático, aculturado y muy humano. En cambio la criatura interior suele emerger a la superficie desde muy lejos, a menudo aparece y desaparece rápidamente, pero siempre deja a su espalda una sensación de algo sorprendente, original y sabio. "

"Aunque cada faceta de la naturaleza de la mujer constituye un ente aparte con distintas funciones y un conocimiento diferenciado, ambas poseen una conciencia o interpretación mutua... Cuando una mujer esconde o favorece demasiado una de sus, vive una existencia muy desequilibrada que le impide el acceso a todo su poder."

"Cuando "es buena",  la mujer cierra los ojos a todo lo que, a su alrededor, es inflexible, deformado o perjudicial y se limita a "ir aguantando". Sus instintos de aceptar este estado anormal dañan ulteriormente sus instintos de reaccionar, señalar y producir un impacto en lo que no está bien, lo que no es justo".

"El hecho de ser buena, ordenada y obediente en presencia del peligro interior o exterior o con el fin de ocultar una grave situación de la psique o de la vida real priva a una mujer de su alma. La aísla de su sabiduría y de su capacidad de actuar."

"El inocente es el calificativo que a menudo se aplica a las curanderas que sanan las heridas y los daños que sufren los demás. Ser un inocente significa  ver con toda claridad que es lo que ocurre y poder arreglarlo. Estas son las poderosas ideas que encierra la inocencia , la cual se considera no sólo la actitud de evitar el daño a los demás y a la propia persona sino la capacidad de curar y restablecer la propia persona (y la de los demás).

"La ignorancia es no saber nada y sentirse atraído por lo bueno. La inocencia es saberlo todo y seguir sintiéndose atraído por lo bueno."

"¿A qué tengo hoy que dar más muerte para generar más vida? ¿Qué me consta que debe morir, pero yo me resisto a permitir que muera? ¿Qué tiene que morir en mí para que pueda amar? ¿Qué no belleza me da miedo? ¿De qué me sirve hoy el poder de lo no bello?. Si entonamos la canción de la conciencia hasta sentir la quemadura de la verdad, arrojaremos una llamarada de fuego a la oscuridad de la psique y veremos lo que estamos haciendo, lo que estamos haciendo de verdad, no lo que queremos creer que estamos haciendo".

"Dicen que todo lo que nosotros estamos buscando también nos busca a nosotros y que, si nos quedamos quietos, nos encontrará. Es algo que lleva mucho tiempo esperándonos".



Hay mucho más en este maravilloso libro, que es de esos para tener cerca siempre y para echarles mano cada vez que un asunto nos "ronda" como ánima en pena.
Descubrir estas palabras fue muy inspirador, en un momento de mi vida en que necesitaba a gritos inspiración y guía.
Hoy, al releerlas me doy cuenta del largo camino recorrido y de la evolución que mi espíritu ha hecho. De cómo la apertura hacia la Maternidad fue mi "activador" personal para iniciar la recuperación y sanación de mi "Yo intuitiva".

A modo de cierre, me quedo con un poema de Anne Sexton titulado "Las zapatillas rojas", que aparece en el  Capítulo 8 del libro que comento.

"Estoy en el centro
de una ciudad muerta
y me anudo las zapatillas rojas...
No son mías.
Son de mi madre.
Y de su madre.
Transmitidas como una herencia,
pero escondidas como cartas vergonzosas.
La casa y la calle que les corresponden 
están escondidas y todas las mujeres también 
están escondidas..."


*Las imágenes tienen diferentes autorías y han sido tomadas de blogs y sitios webs diversos.




sábado, 27 de abril de 2013

CARTA A NOEMI

¡Hija mía!
¿Que tal se siente ese espacio cálido, húmedo y suave en el que estás flotando? ¡Cuánto quisiera entrar allí unos instantes! 
Debe ser más cómodo ahora, ya que mi cuerpo no está tan temeroso ni tenso como la última vez que anidó allí una vida. 
Este útero ya sabe como moverse, descansar, estirarse y latir, para acunarte. Y tu hermano lo ha probado y dejado listo para ti.
Mi experiencia me da seguridades que antes no conocí. 
Aún así, todo es nuevo contigo.

Recuerdo que a veces, en esos momentos que se producen en el umbral del sueño, cuando aún estamos un poco despiertos, tu hermano Simón en mi vientre me enviaba unas dulces y vívidas imágenes de su vida incipiente. 
Podía apreciar las formas de su carita y manos. 
Así ha sido siempre con él, primero esa conexión visual- telepática, que se ha ido complementando con el paso del tiempo agregándose los sentidos y el lenguaje. 
Tu hermano es todo expresión, manifestación, vehemencia, una energía terrenal avasalladora y envolvente que te lleva siempre al límite de tus fuerzas para llenarte de creatividad. Te va a encantar tenerlo por guía protector. 
¿Sabes? El es quien primero te ha llamado, desde el fondo de su alma compasiva. 
A los tres años y medio comprendió que deseaba tu compañía y comenzó a pedirme que te "hiciera". Te pedía con mucha ilusión cada vez que tenía oportunidad de manifestar un deseo de su corazón. 
La paciencia no es una de sus virtudes, pero esperó varios meses hasta que finalmente comenzaste a formarte dentro de mí.

Ahora he establecido contigo otra forma de comunicación, ya que tu energía es diferente. 
Desde el primer momento de sentirte en mi matriz, he podido advertir tu calma, tu paz, tu no prisa y tu seguridad. Eres fuerte, pero suave. Por eso hemos escogido el nombre que llevarás, que significa "mi dulzura".
Trato de comunicarme sintiendo tus latidos, tus movimientos, tu impulso vital. Tratando de recibir de ti tus sensaciones más que tus visiones. 
Percibo que eres un ser sutil, que emana una luz armoniosa y calma. 
¡Vas a enseñarme tanto como tu hermano, serás otra pequeña maestra que tendré que descifrar!

Hay muchas cosas que me desafían a la hora de convertirme en tu Madre, pero la mayor de ellas tiene que ver con la herencia que te entregaré. Un legado que he forjado a pulso y con muchas lágrimas.
Debo enseñarte como convertirte en una Mujer, lo más libre, sabia y plena posible.
Debo ponerte a salvo de siglos de deformación y mutilación social de nuestra esencia femenina, sin transmitirte los miedos, rabias y errores de las generaciones pasadas de mujeres postergadas.
Trataré de entregarte humildemente lo que he aprendido, esperando que tú me ayudes a completar la tarea.
Invocaré desde lo profundo de mi espíritu, como ya lo he hecho antes, toda la Sabiduría de las Madres antes que yo, pero esta vez ya sé como hacerlo, he ensayado varios años.
Pero seguramente, tú transitarás tu propio camino, eligiendo las sendas que más necesites recorrer, con obstáculos que no podré evadir por ti.

Tu Padre y yo te hemos llamado por Amor, igual que a tu Hermano. 
Te agradezco haber aceptado nuestra invitación y compartir este camino a nuestro lado.
Espero ser tierra fértil para tu aprendizaje en esta Vida. No coartar jamás tu vuelo, respetarte conociéndote y contribuir al desarrollo de tu potencial. 
Te amamos y agradecemos cada día de tu presencia.

Mami.



jueves, 7 de marzo de 2013

CREAR Y CRIAR

Imagen del Libro "Trilogía DVDs Nacimiento sin violencia,
F.Leboyer, Gaia Ediciones 2010"
Tod@s l@s que se enfrenten a la difícil tarea de ser Madre o Padre se darán cuenta al poco andar, que todas las frases cliché que han oído en su vida acerca de ello, se hacen realidad ante sus ojos una y otra vez. Que "todos los sacrificios valen la pena", que "no se enseña en ningún lado a ser Padres", que "no hay Manual que se aplique a todos los niñ@s", etc., etc.

Lo cierto e ineludible es que todo lo que se haya sabido acerca de la Niñez se diluye como agua entre los dedos cuando debemos aplicarlo a nuestros hij@s. 
Aunque seas experto en el tema desde la Medicina, la Educación, la Psicología, o el área que sea, te quedarás varado en la playa cual ballena si sólo tratas de aplicar tus "conocimientos" académicos en esta cuestión.
Si ignoras el torrente de sensaciones, emociones y la enorme cuota de intuición que la Mate-Paternidad requieren, te vas a hundir de a poco en un mar de desesperación e impotencia.
No hay recetas aquí, ni la de Mami o la Abuelita, ni la del Doctor/a, ni la de la/el mejor Amig@. 
Ninguna de esas vale y lo más saludable, a mi parecer, es ni siquiera tratar de aplicarlas.

Pero, ¿que hacer entonces? 
Una opción es evadirse aumentando las responsabilidades laborales, como hacen tantos, y traspasar por completo el cuidado y la crianza a otros más "preparados" o con "más experiencia" (guarderías y familiares). 
También se puede ir al otro extremo y caer en la paranoia de dañar a los hij@s al repetir patrones dañinos, lo que lleva a absorverse en la tarea de la Maternidad o Paternidad, al punto de anular todas las otras áreas de la persona.
Sin embargo, creo que hay una opción intermedia más saludable y que dice relación con tomar lo que nos haga sentido de los viejos consejos y también de lo que hay de nuevo en materia de crianza, pero sin perder nunca el norte respecto de quien/es está/n criando y a quién. 
Es decir, saber en primer lugar quiénes son nuestr@s hij@s, qué les gusta y que sienten y tener presentes las particularidades de nuestra situación familiar y social. No siempre podemos calzar en los moldes.
Lo complejo es lograr el balance entre el respeto hacia la individualidad de nuestr@s hij@s y la tarea de enseñarles normas y pautas de convivencia. 
Ello requiere tiempo, paciencia y dedicación. Optar por ser Madres y Padres comprometidos no se limita sólo a ejercer un rol prefijado e ideal, sino que implica moldearse, adaptarse y crear cada día. 

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Quizás a veces lo más adecuado sea, simplemente, darse un respiro de tanto consejo, recomendación y pautas externas. 
Cuando parezca que se naufraga irremediablemente, por qué no preguntarle a nuestro "Interior Sabio" (que todos lo tenemos escondido por algún lado), ese que se conecta fugazmente con la Sabiduría ancestral de todas las Madres y Padres antes que nosotros.

Aunque suene como un ejercicio algo "chamánico" no es tan complejo. 
En los momentos de duda, culpa y desesperación, probemos cerrar los ojos e imaginarnos en el regazo de nuestra propia Madre, Abuela, Padre o quien sea que nos haya provisto de esa sensación de completa e infinita protección. 
Si existe ese alguien será fácil evocarlo. Si no lo hay, podemos crearlo. Tomamos el amor más puro e infinito que hayamos sentido por nuestros hij@s y tratamos de sentirnos nosotros envueltos por él. Luego de un rato, la seguridad volverá a nosotros.

Recuerdo que cuando nació nuestro hijo hace cuatro años, su Padre y yo, por razones laborales y familiares de nuestros cercanos, nos encontramos muy solos en sus primeros meses de vida. Teníamos mucha ayuda "profesional" a disposición pero ninguna calidez de "Tribu".
Eso sacó de nuestro interior todo el conocimiento guardado allí durante milenios de evolución humana y la información útil contenida en libros, blogs y demases, que había leído con tanto ahínco los meses previos, se hizo irrelevante ante la mirada despierta y arrobadora y ante la energía irrefrenable de ese pequeño Ser.
Muchas veces durante sus primeros llantos, antes de aprender a descifrarlos, me quedaba mirando fijo a mi Bebé y le rogaba desde el fondo de mi alma que me hiciera sentir, de alguna manera, como podía ayudarlo. De alguna mágica y misteriosa forma, al cabo de un rato, encontraba la respuesta por mí misma.
Quizás hubiese sido más fácil poder preguntar a una Madre, Hermana mayor, etc., pero hoy agradezco esa soledad no buscada, porque me hizo aprender más que toda mi formación académica junta.

En ese momento no había leído a Frederick Leboyer, el médico-místico que en los 70 y 80 revolucionó el mundo de la medicina occidental, reivindicando la vuelta a lo natural en lo que se refiere al nacimiento y al primer contacto con el mundo del recién nacido. 
Él dijo que "Ser cargados, acunados, acariciados, tocados, masajeados; cada una de estas cosas es alimento para los niños pequeños, tan indispensable, si no más, que vitaminas, sales minerales y proteínas."
Mi instinto me llevó a las mismas conclusiones que a Leboyer y tuve la oportunidad de dar rienda suelta a esas intuiciones profundas, sin mayores "intervenciones expertas". 

Hoy las palabras de Leboyer nos parece una obviedad absoluta, pero lo cierto es que cada vez los Padres y Madres destinan menos tiempo a ello.
Aunque se ha avanzado una enormidad en deshacernos del daño que le hicieron a generaciones completas los "profesionales de la crianza" en décadas pasadas, aún quedan huellas profundas en nuestras sociedades "modernas". Todavía rondan por ahí métodos para evitar, anular o neutralizar algo tan natural y saludable como el llanto de los bebés (su única forma de comunicarse, por lo demás) y desesperados e ingenuos Padres primerizos que caen en sus garras. 
Luego vienen una serie de "recomendaciones" anti-apego durante las siguientes etapas de la vida de los niños pequeños, para "disciplinarlos", que aún tienen muchos adeptos. 
Van desde métodos para que coman, duerman solos, hagan pipí programadamente como computadores, etc, etc.
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De todas mis últimas lecturas sobre crianza con apego, me quedo con el siguiente párrafo tomado del libro "Educar las emociones. Educar para la vida", de Amanda Céspedes Calderón (Ediciones B, 2008, Chile). "Como queda claro, es el apego el guión relacional que dará la base para las vinculaciones futuras y sentará al mismo tiempo los cimientos para construir la confianza básica, un sentimiento profundo de fe en la capacidad de ser amado por otros, que en el imaginario arquetípico infantil, son buenos y saben amar. "

Hace unos 4 meses atrás nuestro hijo nos preguntó: ¿Que "fififica" (significa) Amor?
La respuesta me surgió espontánea y le dije que era como un calorcito que se sentía cuando te hacen cariños, cuando te hacen dormir por la noche y abrazas a Mamá o Papá, cuando te dan muchos besos y abrazos y te sientes contento...
Ahora, cuando él quiere un abrazo, caricias, un beso, o que lo carguen en brazos, sólo pide: Mami/Papi: ¡Amooooor!
A pesar que hace un par de años que sabe expresar en los momentos adecuados frases como "te amo mucho Mami/Papi" o "tú eres buen@, lind@, etc.", cada vez que lo oigo decir esa pequeña palabra se diluye cualquier sensación de culpa por el tiempo que no estuve presente en sus primeros años, debido a las obligaciones laborales que en ese momento no pude eludir.
Creo que en esos momentos toda la teoría aterriza ante mis ojos y se materializa en esperanza de estar caminando por el camino correcto, a pesar de todos los obstáculos y dificultades.
Porque sé que cuando la pronuncia él sabe con certeza que va a recibir lo que pide y que si sabe pedirlo, es porque que ha aprendido a sentir y a entregar Amor.

Amanda Céspedes resume la aspiración y el deseo más profundo de la mayoría de las Madres y los Padres en este párrafo, escrito a continuación del anterior en el mismo libro citado. "La pregunta esencial es entonces ¿cuál es el sentido último de las vinculaciones humanas, especialmente durante los primeros años de vida? La respuesta es, a nuestro juicio, promover, mantener y fortalecer el más caro tesoro de la afectividad humana: la armonía emocional, porque ella es una fuerza generativa formidable, un motor de conquistas que lleva al ser humano a la experiencia de la felicidad."

Y yo agrego que la experiencia de la Felicidad se construye todos los días con esfuerzo, pero también aceptando con el espíritu abierto los regalos que la Vida nos ofrece y el aprendizaje que se recibe de la mano de es@s grandes-pequeñ@s Maestr@s llamados Niñ@s.


Notas: 

Pueden encontrar un muy buen resumen sobre el tema de Crianza con Apego, con explicaciones sobre las conductas de los niñ@s pequeñ@s dadas por el Pediatra español Carlos González, en el siguiente video: 
http://www.youtube.com/watch?v=y63Npo7GQoI&feature=youtu.be 

Y sobre la importancia del contacto piel con piel, en un extracto de entrevista al Dr. Nils Bergman, aquí: 
https://www.youtube.com/watch?v=KAIWqZIYSNM&feature=player_embedded#!

jueves, 14 de febrero de 2013

La historia de la (in)Humanidad

Hoy he estado dándole vueltas a un tema tan antiguo como nuestra existencia misma.
¿Hacia donde nos dirigimos como Humanidad? ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Estamos realmente evolucionando o es necesario que nos autodestruyamos, para que el planeta se recicle una vez más?
Reflexiones surgidas a partir de mis últimas lecturas acerca del origen del Patriarcado y su evolución, hasta llegar a la sociedad capitalista, de consumo e individualista del Occidente actual.
Nuestras conclusiones fueron que el problema de la Humanidad de hoy es más profundo que el simple hecho que esté inmersa en un espiral insano de egoísmo, individualismo, competencia desmedida y esclavización del más débil. Eso viene ocurriendo desde hace milenios. El establecimiento mismo del Patriarcado como paradigma de regulación de las relaciones humanas, desde fines del Paleolítico, implica que el Poder concebido como tal, es siempre el mismo, no importa quien lo detente. 

Y he ahí el problema. Las relaciones humanas actuales funcionan en una lógica de Poder, donde existe siempre un sujeto dominante y otro dominado (dominación económica, racial, de género, por edades, etc) y los seres humanos están diseñados biológicamente para vivir en una armonía de conjunto, en sintonía con su medio ambiente y los demás seres vivientes. 
Sin competitividad "natural". Lo natural es la asociatividad y la solidaridad y no la competencia. 
De esto ya han hablado muchos científicos, contradiciendo a Darwin y su "supervivencia del más fuerte", como Kropotkin, Margulys, Maturana y Varela, que con conceptos como la simbiogénesis, autopoyesis y autorregulación, describen como la vida para evolucionar y continuar necesita de la colaboración y no de la lucha.
Entonces, da lo mismo que luchemos contra las injusticias sociales alrededor del Planeta y que busquemos la igualdad en todos los ámbitos. Nunca será suficiente porque es necesario cambiar el paradigma de la lógica del Poder.
Cuando una etnia desplazada consigue el reconocimiento de sus derechos e independencia, inmediatamente ingresa a la lógica de tener su propia cuota de Poder frente a sus antiguos subyugadores. 
Cuando las mujeres consiguen reivindicar derechos en una sociedad dominada por el Machismo, devienen inevitablemente en sustituir el antiguo orden de regulación social por otro nuevo, pero sin salirse del juego del Poder.
Y así, infinitamente. Replicamos una y otra vez el mismo modelo porque hemos olvidado como era la alternativa, lo comunitario, el desborde vital sin represiones de ningún tipo. 
En palabras de Casilda Rodrigañez "la vida reproduciéndose a sí misma".


Como especie Humana estamos reproduciendo un modelo contrario a la Vida, contrario a nuestra programación biológica. Cambiar esto si que sería un salto evolutivo. 
Pero el desafío va más allá de indignarse con las desigualdades, de militar en alguna corriente anti-sistema, o de dejarlo todo para irse a vivir una vida "más natural" a alguna comunidad ecológica y auto-sustentable.
El verdadero cambio no es sólo de creencias religiosas, de convicciones sociales. Es interior y de conciencia profunda y es colectivo, no individual.

Quizás no seamos capaces aún o nunca, quizás necesitemos reciclarnos y volver a empezar, como aseguran los apocalípticos.
Lo cierto es que a nosotros la intuición y la experiencia nos dicen que, al interior de nuestro pequeño núcleo a veces se pueden hacer cambios que se traspasen al exterior. 
Viviendo de tal forma de no reprimirnos ni reprimir a los otros, especialmente a los que dependen de nosotros.
Valorando toda vida y no sólo la que nuestra sociedad califique como "aceptable".
No juzgando de verdad (y no sólo "tolerando") la diversidad.
Esforzándonos por dejar atrás los traumas, dolores y cicatrices de la "educación" recibida, para no traspasarlos a nuestros hijos.
Ejerciendo nuestra libertad de pensamiento, opinión y acción cada día.
Es decir, cambiando la lógica del Poder por la del Amor, que es el verdadero motor de la Vida.
Porque la Vida se dispersa y re-produce más de sí misma siempre, en positivo o en negativo. 
La elección sigue siendo nuestra y de nadie más.




He rescatado un texto que escribí hace muchos años, que hoy me parece que cobra nuevo sentido a propósito de estas ideas y que comparto con ustedes aquí, para que continúen la reflexión por su cuenta.


Monologo de un alma
    
¡Estoy tan feliz!
Porque hoy…hoy voy a volver.
Dejaré de estar en estado de latencia, en espera
y empezaré, nuevamente, a ser.
Yo, que sólo soy una gotita de la esencia de la vida,
seré depositada en un cuerpo material,
que empezará a formarse y a crecer, hoy.
Aún no se me ha revelado,
en que ser me convertiré esta vez.
 
A lo mejor, voy a ser un vegetal.
Estiraré mis hojas hacia el sol
y sentiré como sus rayos penetran en mi interior,
y me ayudan a crecer.
Ah! Que maravillosa sensación,
la de producir el oxígeno que respiran los demás seres vivos.


Tal vez, me transforme en algún animal.
Un reptil que se arrastre, un insecto diminuto,
un pececillo de colores, un gran depredador.
O, quizás, en algún pájaro.
¡Qué delicia sentir el viento, acariciándome!
¡Cuánta libertad!

Acuarela autoría y propiedad de Araceli Espinoza

Pero, hay algo que realmente temo.
He sabido de algunos hermanos,
que han regresado sufriendo, marchitos y cansados.
Han necesitado mucho tiempo para recuperarse,
y atreverse a volver.
A pesar que no quieren recordar,
he logrado averiguar la razón de su angustia.
Por eso, me aterra pensar que mi espíritu deba encarnar
en un “ser humano”. ¡Tiemblo sólo de pensarlo!
Contaminar mi pureza y convertirme en uno de esos seres macabros, 
capaces de matar por placer o conveniencia.
¿Es que acaso no comprenden,
que todos hemos surgido de un mismo gran Amor,
y que tenemos la misma esencia?

Han llegado hasta nosotros horribles noticias.

La humanidad se ha llenado de egoísmo.

Han olvidado su propósito original

y se están destruyendo, unos a otros.
Incluso, se han otorgado a sí mismos,
el derecho a decidir, quién debe morir.
Y aún más, quizás no me dejen nacer.
Podrían negarme este regalo precioso,
que he estado anhelando por siglos.

¡Madre-Padre, Gran Espíritu!...
No me envíes a los hombres.
No me siembres en medio de ellos.
¡Me harán tanto daño!...

…Me están llamando…
Ya me vienen a buscar.
Estoy recibiendo el mensaje de mi misión.
¡Soy tan feliz!
Dentro de poco nos reencontraremos.

Miren bien a su alrededor.
Puedo estar en cualquier lugar.
Si me observan bien y dejan que el Amor los guíe,
sabrán que formo parte de sus almas.
Que somos lo mismo y que ustedes también fueron,
en algún momento, sólo una pequeña gota de la esencia de la vida.