sábado, 1 de diciembre de 2012

HASTA PRONTO "NENA"

Imagen publicada en internet,
firma de autora  al pie
Hace ya más de siete meses que abandonaste por fin tu cuerpo desgastado, abatido e invadido por ese maligno tumor que se llevó hasta tu última gota de vitalidad. 
Tu cuerpo ya no era tuyo hacía mucho y tú ya no estabas en él. Eras como una sombra, como una copia borrosa de ti misma. 
Toda la fuerza y la lucha que me inspiró desde niña ya no habitaban en tu interior. Sólo un cansancio omnipresente y una sensación de burlona ironía lo llenaba todo.

Pasé por todas las fases, por mí conocidas, de la despedida. Rabia, miedo, angustia, resignación y después, sólo me inundó ese mismo cansancio tuyo.
Era tan incomprensible como atroz tu permanencia en este mundo, sobre todo porque sólo deseabas irte. 
Tu sufrimiento y el dolor físico insoportable que padecías era sólo el reflejo del dolor del alma, que no te dejaba irte hasta que soltaras cada culpa y cada rencor.

¡Cómo tardó en llegar la paz! 
Aún hoy me duelen las heridas que me dejaron las sucesivas despedidas que nos dimos. Cada viaje mío al sur lo hacía con la esperanza de ayudarte a partir.
Nuestros espíritus conectados desde mi infancia, a fuerza de abnegación tuya y necesidad mía, se juntaban cada dos por tres en mis sueños y te preguntaba incesante y desesperadamente qué necesitabas para descansar, en que podía ayudarte ahora. 
Tantas veces viajé a tu lado y te prometí que te acompañaría hasta la puerta de tu viaje final, que estaba segura que todo el amor que se te negó en esta vida lo recibirías al dejarla. 
Que yo, el único ser que te amó y valoró sin reservas, sin compromisos e incondicionalmente, de la misma forma que tú lo hiciste, estaría allí en la próxima vuelta de esta rueda. 
Porque sé que vamos juntas en este carrusel de tiempo,  porque sé que a la próxima yo cuidaré de ti, para que crezcas orgullosa y libre.

Sin embargo, buscaste tu propio momento. Y elegiste justo el único en el que no podía acompañarte. 
Cuando me hallaba del otro lado del océano enorme, cruzando los aires hacia mi nuevo destino, decidiste marcharte. 
Espero algún día saber si quisiste ahorrarme el dolor de amortajar tu cuerpecito reducido, porque sabías que no dejaría que nadie más lo hiciera.
Primero me dolió, después entendí que ya nos habías considerado despedidas y que no te importó que las últimas semanas que pasé cerca de tí me haya faltado el coraje para despedirme una vez más y besar tu frente, que ya no era tuya. 

Porque la última vez que tomé tu cadavérica mano y te ayudé a beber con dificultad, ya que el tumor había invadido tu boca y te permitía abrirla apenas,  creo que percibiste como se me encogía  y ensombrecía el alma. 
La única forma de atenderte sin enloquecer y maldecir al destino por la sucesión de ajenas injusticias, incompetencias, desidias y estupidez que rodeó a tu enfermedad, era no amarte lo suficiente. 
Quizás, por eso le tocó a mi madre hacerlo, que no era tu hija sino la esposa de tu único hijo; y no a mí, que estaba irremediablemente lejos.

Sé que estabas tan agotada, que ahora sólo descansas muy muy lejos, en una especie de "centro de rehabilitación" de otro plano. Recibiendo cantidades inconmensurables de amorosa luz.
De alguna extraña manera sé que todo ese dolor físico fue tu forma de cargar con lastres generacionales. Como si en esa agonía terrible hubieses querido llevarte toda una historia de mentiras, algunas piadosas y otras no tanto, de violencias, de rencores.

Hace tiempo que yo venía renunciando a la herencia nefasta y tomando los aprendizajes ancestrales que sí me servían. 
Cada vez que lograba descorrer un nuevo velo o encontrar un nuevo refugio de paz, trataba que mi madre y tú lo compartieran. Siento que lo logramos a veces y otras, la fuerza del hábito nos jugó malas pasadas a las tres.

¿Que dirían los psicoterapeutas, y los expertos en "constelaciones familiares" de nuestra triada de indomables y sufrientes espíritus femeninos? Quien sabe. 
Me ha faltado sistemáticamente el valor para abrir la caja de Pandora de nuestra historia en el sillón del Psicoanálisis. Quizás me parezca demasiado violento y prefiera estudiarlo todo por mi misma, en la seguridad de pasarlo todo por el cedazo de mi propio neocortex.

No me cabe duda que tu espíritu alcanzó la paz y estás ahora procesando tu aprendizaje.
Te extraño, pero no hay culpas ni dolores. Sólo recuerdos, buenos y malos, pero tuyos y míos. 

Estás aquí, conmigo.
Cada vez que enhebro una aguja y recuerdo tu cuento de "El Diablo y el Sastre".
Cada vez que como empanadas fritas y saboreo en mi mente las tuyas, esas chiquitas, con mucho jugo. 
Cada vez que me compro calcetines y me divierte recordar que no lo hice por mí misma hasta los 25 años, porque me casé y ya no vivía contigo. 
Cada vez que me pongo ropa de lana y extraño tanto la que tejías tú, insuperable. Y más aún, recorrer tus lugares favoritos buscando la lana y el color indicado y después ayudarte a "ovillar", para que empezaras tu labor invernal. Aunque mi madre no lo hacía con frecuencia cuando vivías, ahora ha tomado los palillos con más cariño y ha tenido la paciencia tuya para estos proyectos.
Cada vez que disfruto haciendo alguna tarea doméstica, de esas que siempre impediste que realizara porque yo sólo debía "estudiar" y hacer todo distinto y liberarnos a todas juntas del patriarcal mundo en que crecimos.
Cada vez que preparo un agua de hierbas para alguna dolencia de los míos y para que me quede "sanadora" sólo te evoco preparando tantas agüitas de medianoche, para velar mis interminables horas de estudio nocturno en la Universidad.
Cada vez que recuerdo mis pesadillas de niña y luego tu cuerpo blandito y tibio abrazándome, y tu acogedora cama (que siempre estuvo en mi mismo dormitorio) recibiéndome hasta el otro día. 
Y nuestras conversaciones de madrugada, acerca de las virtudes y defectos del novio de turno. Y sobre la vida misma, tus historias de niña, tus cuentos.

Todo eso eres y serás siempre tú, mi querida Elena. 
La fidelidad y la entrega, mezcladas con un carácter duro y combativo. 
La solidaridad y la pena del amor no correspondido. 
La pelea contra la vida ruda que te tocó. 
La suavidad y laboriosidad de tus manos, que eran capaces de levantar el mundo y de cerrarle el puño también.

Aquí estoy yo, tan heredera tuya como si corriera tu misma sangre por mis venas. Que aunque no hay unión biológica entre nosotras, no necesitamos jamás compartir el ADN para hermanar nuestros espíritus inquebrantables, que viajarán unidos para siempre.
Hasta pronto. No te olvides de cobrarme la palabra y asegúrate que sea yo quien te ayude a crecer la próxima vez que nos encontremos.
Mi amor y gratitud te acompañen eternamente.


Imagen: http://mujeresabias.wordpress.com




Esta es mi carta de despedida, que hoy ha querido por fin salir de mi interior completa, como haciendo catarsis, a la única mujer en el mundo que llamé "Abuela".
La comparto con cariño, como un homenaje a su sufrimiento y como forma de sanar su historia dolorosa, pero enormemente rica en aprendizaje futuro para mí y las generaciones que me sigan.


miércoles, 17 de octubre de 2012

EN QUE CREEMOS L@S QUE YA NO CREEMOS


Me he zambullido esta semana en un gran libro de Casilda Rodrigañez, "El asalto al Hades: La rebelión de Edipo". 
Si bien conocía  a la autora y había leído otras publicaciones de ella, relacionadas con feminidad y maternidad consciente, no me había dado el tiempo de conocer a fondo sus teorías.
Me ha parecido muy interesante y revelador el análisis que hace de la nueva espiritualidad femenina, en respuesta a siglos de sometimiento del "Patriarcado".

Esta autora expone cómo las nuevas corrientes feministas han adoptado y tergiversado los descubrimientos arqueológicos modernos, que develan la existencia hace más de 20.000 años y hasta hace aproximadamente 5.000, de una sociedad pre-patriarcal, matrística o matrifocal (diferente de matriarcal), donde la unión del grupo humano se basaba en el bienestar de la comunidad que estaba compuesta por madres criando hijos pequeños y mujeres mayores (abuelas) dirigiendo estos grupos; con machos cazadores y sin parejas monógamas como núcleo principal. 
Sociedades igualitarias de recolectores, sin un Poder central dominante y carentes de deidades, donde la espiritualidad se limitaba a la conservación de la vida, en armonía con el entorno y con respeto de los ciclos naturales de fertilidad.

El problema, según la española, que al principio del libro expone con gran detalle científico las nuevas teorías biológicas que explican la evolución de la vida en el planeta con preponderancia de la asociación y la solidaridad, ha sido la "espiritualización y deificación" de estas culturas prehistóricas y pre-patrircales.
Existe hoy todo un movimiento científico-espiritual-religioso que ha tomado a "La Diosa" como referente para liberarse de las cadenas del patriarcado y sus religiones culposas, castradoras y edípicas. 

Estas teorías arqueológicas-espiritualistas se apoyan en el descubrimiento, a lo largo de toda Europa principalmente, de múltiples estatuillas talladas en piedra o marfil, que representan  mujeres embarazadas o en etapa de crianza, donde se ha destacado exageradamente todo lo que alude a la fertilidad, en desmedro de otras características físicas. Esto no está presente en figuras de animales del mismo período, que si son proporcionadas. Esto ha llevado a los científicos a concluir que tenían fines rituales o espirituales y que dan cuenta de un culto primario pre-patriarcal en la Europa prehistórica (un muy buen resumen de ello se encuentra en www.europaindigena.com).

La autora habla de cómo estas sociedades pre-patriarcales estuvieron en armonía con la vida, en el sentido que los seres humanos estamos biológicamente diseñados para buscar el bienestar y la prevalencia de nuestra especie. 
Todo nuestro diseño biológico original y evolución posterior del mismo, tiene que ver con privilegiar la unión madre-hij@ por el tiempo necesario para la autonomía completa, ya que los individuos de nuestra especie tienen un período extra-uterino (de aprox. 2 años), donde terminan de adquirir esta autonomía y donde es necesario que estén en estrecha dependencia física de la madre u otro individu@ adult@. 
Ciertamente, esto no lo garantiza una sociedad como la actual con su estructura basada en el Poder y no en la unión y solidaridad grupal, que ha barrido con milenios de evolución en sólo poco más de 5.000  años de reinado patriarcal y aplastamiento de la matrifocalidad.

Si bien Rodrigañez no niega la existencia de esta espiritualidad basada en el culto a lo femenino, señala que no es inherente a la biología de ser humano y que su nacimiento es más bien una respuesta a los intentos por regular esas sociedades a través del Poder.
Aunque efectivamente haya constituido la primera forma de culto del ser humano, reivindicar hoy a "La Diosa" como reemplazo de un cristianismo desgastado y patriarcal para empoderar a mujeres abatidas es un gran error, ya que al hacer esto se continúa bajo la misma lógica de Poder reglado y que no está en concordancia con el principio vital del ser humano.

Concuerdo con ella en este punto, y creo que lo que nos rige no es una espiritualidad hacia afuera, que incluya la veneración de deidades exteriores femeninas o masculinas, sino más bien una pulsión biológica impresa en nuestros genes a través de la evolución, que requiere que mantengamos armonía con nuestros ciclos vitales y los de nuestras crías. Nuestros cuerpos contienen la información detallada de todo aquello que "es bueno" para nosotros, sin que lo dicte ninguna Ley, celestial o terrenal.

Valoro la necesidad de mantener rituales de unión grupal, que permitan cohesionar espiritualmente una comunidad. Personalmente, me parecen más auténticos aquellos que conectan con esta sabiduría ancestral y primigenia.
También creo que las mujeres de nuestro tiempo necesitamos recuperar la conexión con nuestros ciclos y con nuestra historia, porque el daño extremo que nos han causado las actuales lógicas de Poder han terminado por desconectarnos, a tal punto que ya no reconocemos nuestra biología y hemos olvidado hasta como parir. 
Si no lo hacemos, abandonaremos del todo nuestra ancestral función de "unión" del clan.

Sin embargo, creo que debemos ser prudentes y cuando tomamos conciencia de este daño, tratar de abandonar del todo la estructura asfixiante que lo ocasionó. 
Ello incluye no buscarse sustitutos espirituales, que se esgriman como bandera de lucha en contra de la tiranía anterior, sino sólo reconocerse, reencontrarse y apoyarse en la fuerza de la unión grupal.
Por supuesto, esto es un proceso de aprendizaje muy largo, que incluye "desaprender" demasiadas enseñanzas todavía vigentes en nuestras sociedades.

Soy optimista y creo que se puede desandar el camino equivocado, con paciencia.
Así lo hicieron millones de nuestras ancestros recolectoras, ensayaron y ensayaron por milenios, hasta que encontraron la forma adecuada de sobrevivir.


Imágen: http://circulodelasmujeres.blogspot.ch/

sábado, 15 de septiembre de 2012

DESTINO


Mandala Flor de la vida.
Acrílico sobre madera con aplicaciones de lentejuelas.
Autora: Araceli Espinoza.

Desde que tengo uso de razón siempre ha rondado por mi cabeza una gran pregunta: ¿Porqué soy yo y no otr@? Es decir, ¿Porqué nací en determinado año y lugar, con determinado género, hija de tales personas, con ciertas vetajas y ciertas limitaciones?

Recuerdo haber tenido unos 6 años y mirando televisión, vi a la Madre Teresa de Calcuta atendiendo a pequeños niños africanos, víctimas de la lepra. Todavía puedo sentir la mirada cálida y amorosa de aquella buena mujer y el sufrimiento de esos niños. Creo que esa fue la primera vez en mi vida que sentí la “empatía” en su máxima expresión, que significa literalmente “entrar en la piel de otr@”.
Por unos instantes yo no me sentí como, sino que “fui” un niño moribundo.

Luego le pregunté a mi mamá porqué yo había nacido sana y tenía padres que me cuidaban y esos niños no. No recuerdo que me habrá contestado mi pobre Madre, pero probablemente no me satisfizo porque la duda siguió rondando mi infancia y por el resto de mi vida, hasta hace muy pocos años.

He buscado todo tipo de explicaciones a mi Gran Pregunta y primeramente me consolé en lo que el Cristianismo tenía para ofrecer: la promesa de un lugar mejor si cumplimos los mandamientos dados por Dios y nos esforzamos por imitar a Cristo toda nuestra vida, aunque irónicamente, esta tarea es imposible, ya que “somos imperfectos o pecadores” por naturaleza. Es decir, tenemos que dedicarnos toda nuestra existencia (que es sólo una, por cierto) a este cometido imposible para alcanzar la “salvación”.

Luego fui explorando otras respuestas cuando esa ya no me hizo sentido.

Encontré explicaciones científicas (Dualidad partícula-onda de la Física cuántica, Hipótesis de los Campos mórficos de R. Sheldrake, concepto de la “sincronicidad” de C.G.Jung y un largo etc.) para entender porqué me sentía tan conectada con experiencias que nunca me habían ocurrido fisícamente en esta vida. También recogí elementos útiles en diversas creencias y filosofías, además de estudiar y experimentar por mí misma muchas de ellas (regresiones, varias terapias energéticas, temazcales….).

Así, llegué finalmente al convencimiento que da la experiencia real y concreta, que lo que llamamos “realidad” es una mera ilusión de nuestro cuerpo físico, porque también tenemos una parte “no física” todos los seres humanos, que es nuestra alma, espíritu y que, cualquiera sea el nombre que le pongamos, es un elemento no material y por lo tanto, es inmortal o eterno y no se circunscribe a un determinado espacio-tiempo. De esa manera podemos “vivir” todas las probabilidades o potencialidades (vidas) al mismo tiempo y estar todos conectados como si fuéramos parte de un mismo organismo, de un “Todo”.

Y cuando hice ese descubrimiento, además de explicarme intelectualmente la interrogante acarreada desde mi niñez, comencé a sentirme realmente conectada con mi quehacer en el mundo, a ser cada vez menos indifirente con el entorno, a involucrarme con los demás más allá de la tarea o responsabilidad del momento.

Se hizo cada vez más patente para mí que cada ser tiene un propósito o destino en el Universo, que trazó por sí mismo y como parte del aprendizaje o tarea del Todo, para evolucionar en conjunto.

Esto me hace sentir extrañamente diminuta y enorme a la vez.

Esta sensación maravillosa de unión, de pertenencia y de compañía constante es lo que hoy me mueve, en mi pequeño rincón del mundo y me confirma que, ya sea que realice la más importante de las traeas humanitarias o simplemente disfrute una sonrisa de mi hijo, un abrazo de mi compañero o una caminata por el bosque, estoy realizando MI destino, cumpliendo MI misión, que también es el destino y la misión de TODOS.

Ojalá estas palabras puedan identificarles e inspirarles. Les dejo además un poema, que escribí después de un encuentro impresionante con otra "Yo", mi arquetipo de la Vieja- Madre-Sabia, y que logré "ver" con la ayuda de la maravillosa medicina de una gran Sanadora.




Soy

Recorrí la húmeda tierra de mis anhelos.

Olía a manzanilla y eucalipto.

La recorrí descalza.

En la casa, el fogón y el pan cociéndose en el horno.

Entre escritos y pinceles, mi arte iluminado y brillante.

El viento cálido y la montaña, guardianes protectores.

La luna como guía y el reposo necesario.

El camino recorrido en paz.

La vieja me abraza y consuela.

Mi llanto me purifica. Y río.

Oigo mi voz desde el fondo del tiempo y sigo el llamado.

Me cobijo entre los míos y los reúno en torno al fuego.

Detengo la carrera y sólo vivo.

Disfruto respirar y me lleno de gratitud,

profunda y honesta.

Soy, solo soy yo.












domingo, 2 de septiembre de 2012

NOSOTRAS. La evolución y la involución de las mujeres.


Escribo hoy para mí y para todas aquellas que estuvieron, están o estarán en el camino de reencontrarse con su verdadera “Yo”, después de dar mil vueltas alrededor de sí mismas.

Para cualquier mujer que haya crecido en una sociedad occidental después de los años ‘70 no son extraños conceptos como los de “liberación femenina”, “igualdad de géneros”, etc.; pero sí, probablemente, le sean desconocidos estos otros: “espiritualidad femenina, arquetipos, La Diosa, matrística”

¿Porqué? Porque lo más probable es que sea heredera de la luchas de las feministas de los ’60-‘70 y haya pasado la mayor parte de su vida esforzándose por competir de igual a igual en el campo de batalla del mundo masculino, profesionalizado, industrializado y exitista.
De lo contrario, puede que haya repetido patrones heredados y se haya relegado al rol tradicional reservado a la “mujer-madre-ama de casa”, negándose el espacio para desarrollar sus propias potencialidades.
Incluso, y esto será quizás lo más frecuente, puede que haya tratado de encajar en ambos, quedando destrozada en este proceso enloquecedor. 
Las mujeres de hoy han visto como es estar en el “mundo de afuera”, es decir, compitiendo en el terreno que estaba reservado sólo para los hombres en las generaciones anteriores y además, conservar intactos sus roles tradicionales de organizadoras y encargadas del mundo doméstico. Esto último, hace muy poco que ha comenzado a compartirse y delegarse. 

La mayoría de las mujeres de hoy están perdidas en el limbo de la contradicción, no sabiendo cuál de esos mundos es el suyo propio y como vivirlos todos, sin extraviar el camino que su intuición les alienta a seguir.
Siento que las mujeres de occidente hemos perdido la retroalimentación que daba el grupo, el círculo, las otras.  Cada una cría, trabaja, emprende y lucha sola; con mucha suerte, junto a un buen y comprensivo compañero. Las abuelas, madres, hermanas, amigas y compañeras existen para muchas y se recibe apoyo de ellas, pero no hay una unión espiritual mayor. Si es que existía una guía, esta se pierde cuando una sale de casa para “empezar su propia familia”.

Existe mucha literatura respecto del cambio de paradigma que provocó en Occidente el paso de una sociedad Matriarcal, basada en la unión en torno a mujeres sabias y al culto a la fertilidad; a una sociedad Patriarcal, dominada por hombres fuertes que se erigieron en rectores de los destinos físicos y espirituales de sus “súbditos”.
Antropólogos como Gimbutas y Graves han descubierto que en la Europa pre-histórica el culto a la Madre fue la primera espiritualidad del ser humano, mientras aún eramos nómades. Se ha teorizado después, que con el sedentarismo y la necesidad de proteger la “propiedad” el rol de los hombres fue cada vez más valorado.
Se tendió a eliminar paulatinamente la poligamia y entonces, los machos se dieron cuenta que intervenían en el proceso de la reproducción, advirtiéndo que la descendencia repetía características particulares del “padre”. Antes de eso, la paternidad era un asunto desconocido y se sacralizaba la magia de la fertilidad femenina y la capacidad de “crear nueva vida”.

Por lo tanto, con el advenimiento de la paternidad y de la propiedad, los hombres se “adueñaron” de los hijos y crearon todo un sistema para proteger y asegurar la autoría y el dominio sobre el “linaje legítimo”. HE AHÍ EL “PATRIARCADO”.
Después de eso, sólo un par de milenios para derivar en la creación de sistemas complejos de dominación, como las religiones organizadas, los ejércitos, las monarquías, los Estados, los Gobiernos y un largo etcétera. 
Con ello, y para afianzar el nuevo orden, viene la demonización de lo femenino y la supremacía de lo masculino, en los mitos y en la vida social.

Pero las mujeres están recuperando, de a poco, el protagonismo y los hombres lo están comprendiendo y disfrutando. 
A las reivindicaciones sobre el cuerpo y la mente que nuestras abuelas y madres consiguieron a través de los movimientos feministas sociales y políticos, habrá que sumarle, paulatinamente, la autonomía o independencia espiritual. Pero esto es más difícil. Los conceptos de “culpa y condena” de las religiones patriarcales están insertos en lo más profundo de nosotras, y traspasados de generación en generación han ido enterrando de a poco la intuición y sabiduría profundas con las que nacemos todas.

Existen experiencias en Europa y Norteamérica sobre movimientos de espiritualidad femenina de todo tipo, desde los años ’60. 
Al principio, sólo se trató de dar alma a las luchas políticas y liberarse de las represoras y patriarcales religiones tradicionales, pero de a poco se fue derivando en toda una corriente de rescate de la espiritualidad ancestral, rescatando el rol primordial de la sabiduría femenina en la cohesión social.
Y así tenemos a académicas-espirituales como Jean Shinoda Bolen, Clarissa Pinkola Estés, Miranda Grey, Casilda Rodrigañez, etc. que han creado teorías y sistemas de recuperación, reconciliación y armonización de los roles femeninos.
En América Latina se está creando una interesante mezcla, entre lo aportado por todas estas corrientes y el rescate de la sabiduría ancestral de los pueblos originarios, en cuanto al conocimiento de lo Sagrado Femenino.

Es mi deseo que, entre el rescate de nuestra espiritualidad primigenia y la recuperación de la soberanía sobre nuestras vidas y destinos, las mujeres encontremos el equilibrio, recorriendo nuevamente la senda hacia lo que fuimos, pero con las ventajas de lo que hemos aprendido y sin abandonar lo que hemos conseguido. 

Les comparto un texto que escribí hace muchos años, pero que reedito hoy acerca de nuestro destino y nuestro futuro, donde vuelco mis deseos para “NOSOTRAS”….

Mujer

       Caminas sigilosa por la tierra, húmeda de tu llanto.
Vas forjando la historia oculta.
Tu ceño fruncido, tu alma quebrantada.
Tu espíritu cansado,
de tanto guardar apariencias,
de tanto soportar injusticias.
Porque naciste frágil y sabia.
Porque naciste mujer.
Tu castigo fue por pensar, por cuestionar, desde el principio.
Tienes el dominio de la belleza,
y te fue revelado el secreto de la vida.
Pero tu espíritu fue doblegado por la fuerza,
y los hombres dejaron de adorar la divinidad de la vida que traes,
para adueñarse de tus hijos.
Y así, crearon religiones que bendijeron tu vientre y maldijeron tu mente.
Los poetas cantaron a tus ojos y a tu piel.
En el nuevo mundo, creado por los guerreros,
te obligaron a ser sumisa y paciente.
Y tuviste que crear fortaleza.
Tuviste que aprender a soportar, estoica, el dolor.
Con tus manos gastadas construiste el futuro.
Y ahora estás aquí, abriendo tus alas a la libertad.
Sólo debes detenerte a meditar.
Que tu vuelo sea lento y en paz.
No quieras borrar el pasado,
aplastando a los que te hirieron.
Que tu meta sea elevada y superior.
Que tu labor vuelva a ser la unión. 

IMAGEN: LA PACHAMAMA, AUTORIA DESCONOCIDA. TOMADA DE http://www.portaldesalta.gov.ar/pachamama.htm. 

domingo, 26 de agosto de 2012

Simplemente mujer





            ¿ A donde vas cuando te escondes?
¿Hay alguien que, realmente, te conozca?                 

Por minutos crees que sí.
Cuando una mirada cálida,
te devuelve tu reflejo, de mujer fuerte y libre.

¿Sabes quien eres,
si te despojas de todos tus ropajes y máscaras?
¿Quién queda,
debajo de los adornos de tu vida?

Algunas veces te has visto,
corriendo descalza y danzando en armonía,
en comunión contigo y con el Todo.
En esos fugaces sueños eres, simplemente, tú.
Contenta de ser y no de tener.



¿Qué tienes, realmente?
¿A los que te acompañan en este camino?
¿Tus victorias?
¿Tus posesiones?
Ilusión…

Intuyes, en lo profundo,
que sólo te tienes a ti.
Pero no sabes cómo amarte.
Hace muchas eras,
que desaprendiste el trabajo del amor
y has venido, a recuperar tu conocimiento.

Has sido bendecida,
con el don de reconocer a tus espíritus hermanos,
pero no sabes reconocer tus dones.
¿Quién puede ayudarte, pequeña niña?

Invócate, desde tu interior lejano.
Llama a tu Sabia Madre Interior.
Bendice la vida que hay en tus entrañas,
Y reencuéntrate contigo.
Dirige una plegaria honesta,
al centro de la Tierra;
y fúndete en el abrazo eterno, del Amor.



sábado, 25 de agosto de 2012

RENACER

De vez en cuando oímos historias de amigos o conocidos que abandonan toda una vida construida en algún lugar, para buscar nuevos horizontes lejanos.

¿Qué motiva a los seres humanos a estos ensayos de desapego?
¿Porqué se siente la necesidad imperiosa de re-inventarse?
Yo tengo mis propias respuestas, conseguidas en el último "viaje" que he emprendido.
¿Cómo llegué aquí? Gracias al amor (del bueno, como dice una canción).

Ya no recuerdo donde leí una vez, que lo que más necesita un ser humano para crecer sano y seguro es recibir el suficiente "amor incondicional". Es decir, la sensación de ser amado sólo por el hecho de "ser él o ella". No por alguna cualidad que tiene ni sólo cuando es "buen@". Si un niñ@ no recibe la suficiente cantidad de ese amor incondicional, ya sea porque le ignoran, porque le abandonan o porque le maltratan sus seres significativos, entonces su autoestima se verá dañada para siempre.

Y entonces, me puse a observar a un montón de adultos dañados (incluyéndome, por supuesto), dando vueltas por el mundo y buscando desesperadamente ese amor incondicional que no recibieron en el origen. Para eso, como señalan algunos antropólogos y sociólogos, se inventaron y se siguen inventando todo tipo de "sustitutos", como las religiones y las asociaciones socio-culturales de todo tipo.

En mi caso, después de haberle dado una vuelta completa a la espiritualidad tradicional de la cultura occidental judeo-cristiana (pasando por la teoría, la práctica y el legítimo sentimiento que se experimenta tanto en el catolicismo como en el protestantismo), decidí des-construir mi "yo-creyente". Y así, me vacié de los ritos, sensaciones, emociones y dogmas heredados.
¿Por qué? Para aprender a amarme y a amar a otros sanamente. Suena extraño, pero ya lo explico.

Andan dando vueltas por esta Tierra algunos seres que se dedican a repartir amor, sólo por el placer que les provoca hacerlo, sin esperar reconocimiento alguno. ¡¡¡Realmente existen!!! No son míticos.
De repente, por alguna misteriosa y superior razón, que la mente humana aún no alcanza a entender, se encuentran con uno de los "dañados" de los que acabo de hablar. Y así, casi sin darse cuenta y sin habérselo propuesto en lo absoluto, comienzan a "repararnos". Nos despiertan a la vida, nos recuerdan lo que ya sabemos y habíamos olvidado, nos ayudan a ser más sabios.

Y si los "dañados" ya recorrieron suficientemente su camino de dolor y le hacen caso a la "chispa de lucidez" que aún conservan en su interior, se dejarán amar lo suficiente como para "despertar" y lucharán contra su destructivo instinto, que los hace maltratar este "amor-obsequio", exponiéndolo una y otra vez a las inclemencias de su ego (todo lo que digo lo sé por haberlo vivenciado, muchas veces en forma dolorosa).

Luego de experimentar personalmente la "compasión" del universo, al recibir la compañía de uno de estos "reparadores" (que por supuesto, ignoran que lo son), decidí que este girar incesante de la vida tiene un propósito.
Comencé a ver los ciclos que se repiten (y que Clarissa Pinkola Estés, llama de vida-muerte-vida). 
Y de a poquito, comencé a llenarme de nuevo, de celebraciones, de mis propios ritos. A traer a mi alma dolorida ancestrales recuerdos, que la cultura en que me encontraba inmersa, había enterrado. 
Rescaté a la "sanadora" interior que llevaba dentro sin saberlo y sin darme cuenta, comencé a compartir "sanación", reactivado la creatividad dormida en otros y otras.

Y cuando me había despojado lo suficiente de culpas, complejos y paradigmas culturales, fui capaz de concebir un nuevo "yo" o de desenterrar a la que siempre había estado allí. Y me re-cree.
Como premio, pude concebir dentro de mi vientre una nueva alma, que vino a ayudarme a continuar mi aprendizaje en esta vida.
Y este pequeño maestro lo cambió todo, consiguió derribar muchas más barreras que el miedo aprendido ha levantado delante mío, para llevarme a recuperar aún más mi verdadera esencia.

En eso estamos. Sanando, creando, viviendo, ensayando caminos y equivocándonos también; pero conscientes de que lo hacemos y cuestionando lo que no nos hace felices, ya no como rebaño sino como pastores de nuestras propias existencias.
Vivimos para aprender, para trascender. No para obedecer reglas y normas porque sí, por miedo a algún castigo.
La libertad comienza por aceptar el desafío de conocerse. 
Sin libertad no hay amor y sin amor no hay vida.

Imagen: "Mandala Triple Diosa-Kultrún", Acrílico sobre tela, con aplicaciones de mosaicos. 
Autora: Araceli Espinoza.-