sábado, 4 de mayo de 2013

Instinto e Intuición.

He vuelto a reflexionar sobre este tema por estar atravesando otra vez, este particular momento de la existencia de las mujeres llamado "Embarazo".
El embarazo es un período en el cual entramos, inevitablemente,  en introspección. 
Estamos incubando vida y nosotras también renacemos cuando parimos a nuestr@s hij@s.
Es un estado para recuperar o intensificar nuestro instinto de mamíferas y nuestra intuición, que en nuestra especie tiene características únicas, desarrolladas a lo largo de milenios de evolución.

Mucho se ha escrito, teorizado y reflexionado acerca de de este particular instinto femenino; desde la Medicina, la Psicología y otras disciplinas, más o menos científicas.
Sin embrago, otra cosa muy distinta es la experiencia de cada mujer, cómo cada una ha sentido (o no) este especial cambio, despertar, etc.
Lo que he observado desde mi rincón, habiendo conocido a muchísimas mujeres personal o profesionalmente, es que las condiciones de vida de cada una, su cultura y su educación influyen demasiado en cómo cada una enfrenta y experimenta su condición de mujer o de madre.

Hoy no existe, en muchas sociedades, una experiencia compartida que incluya un pasaje hacia otra etapa vital, ni ceremonias, ni ritos que lo conmemoren. La transmisión de conocimientos acerca de nuestra esencia carece de tradiciones en las sociedades llamadas "modernas". 
No recibimos de nuestras madres una bendición especial, que nos recuerde lo sagrado de nuestro cuerpo y su carácter cíclico. Unas más, otras menos, lo que recibimos es sólo información médica o experiencial acerca de ciertos tópicos, con miras a que "controlemos" nuestra natalidad o nos comportemos "bien". Y así, no sufrir las consecuencias de los diversos "castigos sociales" por administrar "mal" nuestra sexualidad. 
Todo ello, de acuerdo a unas normas dictadas desde lo masculino.
Si bien somos herederas de los movimientos de "liberación" femenina, ello no ha contribuido a recuperar nuestra sacralidad o espiritualidad, sino sólo a darnos algunas armas para combatir en el mundo en condiciones de "igualdad" con los hombres, es decir, bajo sus reglas.

Existen innumerables trabajos acerca de este tema, pero quizás quien más ha identificado y dado sentido a las sensaciones de miles de mujeres es Clarissa Pinkola Estés, psicoanalista jungiana que además es "cantadora" o guardiana de cuentos, según las tradiciones de su familia, provenientes del Este de Europa y de la América hispana.
 Esta mujer ha inspirado e interpretado a muchas otras, ha dado claves importantes en su hoy ya clásico, "Mujeres que corren con los lobos" que prácticamente toda mujer mayor de 30 ha leído. 
Allí, a través de cuentos tradicionales contados en su particular versión, analiza los problemas de la mujeres modernas. Con este libro ha generado todo un movimiento de rescate de la intuición e instinto femenino primarios.

Pero ¿que es lo que ella dice?. Empieza por hacernos estas preguntas.
¿Qué ha ocurrido con la voz de mi alma? ¿Cuáles son los huesos enterrados de mi vida? ¿Cuál es mi relación con el Yo instintivo? ¿Cuándo fue la última vez que corrí libremente? ¿Cómo conseguiré que la vida vuelva a cobrar vida?
Dice que muchas mujeres occidentales de hoy han vivido vidas "desérticas", pequeñas en la superficie y enormes bajo tierra. Es necesario atravesar este desierto para llegar al "Río bajo el Río", nuestro mundo espiritual, para que ya no nos sintamos perdidas.

Normalmente, el primer paso es darse cuenta que llevamos dentro de nosotras algo más que la cultura heredada y que la educación recibida, algo más antiguo y profundo. 
En sus palabras "...comprende de qué manera las distintas partes de su naturaleza femenina y de su psique instintiva han sido asesinadas y han sufrido una lenta muerte detrás de una espléndida fachada".

"La tierra, la cultura y la política en las que vive una persona influyen tanto en su paisaje psíquico y son tan merecedoras de consideración en este sentido como su propio ambiente subjetivo."

"A menudo la vida creativa experimenta una reducción de su ritmo o se detiene porque hay algo en la psique que tiene una opinión muy negativa de nosotras y nosotras estamos allí abajo arrastrándonos a sus pies en lugar de propinarle un sopapo y echar a correr en busca de la libertad".

"La cura, tanto para la mujer ingenua como para aquella cuyo instinto ha sido lesionado, es la misma: Practicar la escucha de la propia intuición, de la propia voz interior; hacer preguntas, sentir curiosidad; ver lo que se tenga que ver; oír lo que se tenga que oír; y actuar después de acuerdo con aquello que una sabe que es verdad. El alma recibe al nacer las facultades intuitivas. Es posible que éstas estén cubiertas por años y años de cenizas y excrementos, pero no es el fin del mundo, pues todo eso se puede limpiar. Frotando, rascando y practicando, la capacidad de percepción puede recuperar su estado inicial."


"¿Qué utilidad tiene esta intuición salvaje para las mujeres? Como el lobo, la intuición tiene garras que abren las cosas y las inmovilizan, tienen ojos que pueden ver a través de los escudos protectores de la persona y orejas que oyen más allá del alcance del oído humano. Con estas formidables herramientas psíquicas la mujer adquiere una astuta e incluso precognitiva conciencia animal que intensifica su feminidad y agudiza su capacidad de moverse confiadamente en mundo exterior."

"A menudo la ruptura del vínculo entre la mujer y su intuición salvaje se interpreta como la ruptura de la intuición. Pero no es así. No es la intuición la que se rompe sino más bien el don matrilineal de la intuición, la transmisión de la confianza intuitiva entre una mujer y todas las mujeres de su linaje que la han precedido, es este largo río  de mujeres que se ha represado. Como consecuencia de ello, cabe la posibilidad de que la comprensión de la sabiduría intuitiva de una mujer se debilite, pero ésta se puede recuperar y volver a manifestar plenamente por medio del ejercicio."

"De ahí la importancia del dejar vivir y el dejar morir. Se trata del ritmo básico natural que las mujeres tienen que comprender y vivir. Cuando se capta este ritmo, se reduce el temor..."

"...los ciclos de la vida femenina. A medida que los vive, la mujer va entendiendo cada vez más estos ritmos femeninos interiores, entre ellos, los de la creatividad, el alumbramiento de hijos psíquicos y quizá también humanos, los ritmos de la soledad, el juego, el descanso, la sexualidad y la caza. No hay que esforzarse, la comprensión vendrá por sí sola." "Por consiguiente, cuando finalizan estas tareas, el "legado de las madres salvajes" es más profundo y la capacidad intuitiva emana tanto del lado humano como del lado espiritual de la psique. "

"Cualquiera que se acerque a una mujer se encuentra de hecho en presencia de dos mujeres, un ser exterior y una criatura interior, una que vive en el mundo de arriba y otra que vive en otro mundo no tan fácilmente visible. El ser exterior vive a la luz del día  y es fácilmente observable. Suele ser pragmático, aculturado y muy humano. En cambio la criatura interior suele emerger a la superficie desde muy lejos, a menudo aparece y desaparece rápidamente, pero siempre deja a su espalda una sensación de algo sorprendente, original y sabio. "

"Aunque cada faceta de la naturaleza de la mujer constituye un ente aparte con distintas funciones y un conocimiento diferenciado, ambas poseen una conciencia o interpretación mutua... Cuando una mujer esconde o favorece demasiado una de sus, vive una existencia muy desequilibrada que le impide el acceso a todo su poder."

"Cuando "es buena",  la mujer cierra los ojos a todo lo que, a su alrededor, es inflexible, deformado o perjudicial y se limita a "ir aguantando". Sus instintos de aceptar este estado anormal dañan ulteriormente sus instintos de reaccionar, señalar y producir un impacto en lo que no está bien, lo que no es justo".

"El hecho de ser buena, ordenada y obediente en presencia del peligro interior o exterior o con el fin de ocultar una grave situación de la psique o de la vida real priva a una mujer de su alma. La aísla de su sabiduría y de su capacidad de actuar."

"El inocente es el calificativo que a menudo se aplica a las curanderas que sanan las heridas y los daños que sufren los demás. Ser un inocente significa  ver con toda claridad que es lo que ocurre y poder arreglarlo. Estas son las poderosas ideas que encierra la inocencia , la cual se considera no sólo la actitud de evitar el daño a los demás y a la propia persona sino la capacidad de curar y restablecer la propia persona (y la de los demás).

"La ignorancia es no saber nada y sentirse atraído por lo bueno. La inocencia es saberlo todo y seguir sintiéndose atraído por lo bueno."

"¿A qué tengo hoy que dar más muerte para generar más vida? ¿Qué me consta que debe morir, pero yo me resisto a permitir que muera? ¿Qué tiene que morir en mí para que pueda amar? ¿Qué no belleza me da miedo? ¿De qué me sirve hoy el poder de lo no bello?. Si entonamos la canción de la conciencia hasta sentir la quemadura de la verdad, arrojaremos una llamarada de fuego a la oscuridad de la psique y veremos lo que estamos haciendo, lo que estamos haciendo de verdad, no lo que queremos creer que estamos haciendo".

"Dicen que todo lo que nosotros estamos buscando también nos busca a nosotros y que, si nos quedamos quietos, nos encontrará. Es algo que lleva mucho tiempo esperándonos".



Hay mucho más en este maravilloso libro, que es de esos para tener cerca siempre y para echarles mano cada vez que un asunto nos "ronda" como ánima en pena.
Descubrir estas palabras fue muy inspirador, en un momento de mi vida en que necesitaba a gritos inspiración y guía.
Hoy, al releerlas me doy cuenta del largo camino recorrido y de la evolución que mi espíritu ha hecho. De cómo la apertura hacia la Maternidad fue mi "activador" personal para iniciar la recuperación y sanación de mi "Yo intuitiva".

A modo de cierre, me quedo con un poema de Anne Sexton titulado "Las zapatillas rojas", que aparece en el  Capítulo 8 del libro que comento.

"Estoy en el centro
de una ciudad muerta
y me anudo las zapatillas rojas...
No son mías.
Son de mi madre.
Y de su madre.
Transmitidas como una herencia,
pero escondidas como cartas vergonzosas.
La casa y la calle que les corresponden 
están escondidas y todas las mujeres también 
están escondidas..."


*Las imágenes tienen diferentes autorías y han sido tomadas de blogs y sitios webs diversos.




1 comentario:

  1. Maravillosa Araceli! Te agradezco tanto las palabras que hoy nos compartes, son palabras que, si bien ya he leído, mantienen una significancia más allá de la primera lectura, son como un cofre lleno de tesoros y mientras más las lees más joyas obtienes! Por un lado siento un gran pesar por tantos años de oscuridad en nosotras las mujeres, pero por otro también siento gran regocijo de que la luz poco a poco ingrese a nuestras vidas llenándonos de amanecer y ese olor tan rico que viene junto al alba... ese amanecer que las mujeres que vienen podrán sentir y mejor aún, vivir, en todo su esplendor!! Maravillosa Araceli, un abrazo para tí y esa alma libre que viene en camino...

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