sábado, 25 de agosto de 2012

RENACER

De vez en cuando oímos historias de amigos o conocidos que abandonan toda una vida construida en algún lugar, para buscar nuevos horizontes lejanos.

¿Qué motiva a los seres humanos a estos ensayos de desapego?
¿Porqué se siente la necesidad imperiosa de re-inventarse?
Yo tengo mis propias respuestas, conseguidas en el último "viaje" que he emprendido.
¿Cómo llegué aquí? Gracias al amor (del bueno, como dice una canción).

Ya no recuerdo donde leí una vez, que lo que más necesita un ser humano para crecer sano y seguro es recibir el suficiente "amor incondicional". Es decir, la sensación de ser amado sólo por el hecho de "ser él o ella". No por alguna cualidad que tiene ni sólo cuando es "buen@". Si un niñ@ no recibe la suficiente cantidad de ese amor incondicional, ya sea porque le ignoran, porque le abandonan o porque le maltratan sus seres significativos, entonces su autoestima se verá dañada para siempre.

Y entonces, me puse a observar a un montón de adultos dañados (incluyéndome, por supuesto), dando vueltas por el mundo y buscando desesperadamente ese amor incondicional que no recibieron en el origen. Para eso, como señalan algunos antropólogos y sociólogos, se inventaron y se siguen inventando todo tipo de "sustitutos", como las religiones y las asociaciones socio-culturales de todo tipo.

En mi caso, después de haberle dado una vuelta completa a la espiritualidad tradicional de la cultura occidental judeo-cristiana (pasando por la teoría, la práctica y el legítimo sentimiento que se experimenta tanto en el catolicismo como en el protestantismo), decidí des-construir mi "yo-creyente". Y así, me vacié de los ritos, sensaciones, emociones y dogmas heredados.
¿Por qué? Para aprender a amarme y a amar a otros sanamente. Suena extraño, pero ya lo explico.

Andan dando vueltas por esta Tierra algunos seres que se dedican a repartir amor, sólo por el placer que les provoca hacerlo, sin esperar reconocimiento alguno. ¡¡¡Realmente existen!!! No son míticos.
De repente, por alguna misteriosa y superior razón, que la mente humana aún no alcanza a entender, se encuentran con uno de los "dañados" de los que acabo de hablar. Y así, casi sin darse cuenta y sin habérselo propuesto en lo absoluto, comienzan a "repararnos". Nos despiertan a la vida, nos recuerdan lo que ya sabemos y habíamos olvidado, nos ayudan a ser más sabios.

Y si los "dañados" ya recorrieron suficientemente su camino de dolor y le hacen caso a la "chispa de lucidez" que aún conservan en su interior, se dejarán amar lo suficiente como para "despertar" y lucharán contra su destructivo instinto, que los hace maltratar este "amor-obsequio", exponiéndolo una y otra vez a las inclemencias de su ego (todo lo que digo lo sé por haberlo vivenciado, muchas veces en forma dolorosa).

Luego de experimentar personalmente la "compasión" del universo, al recibir la compañía de uno de estos "reparadores" (que por supuesto, ignoran que lo son), decidí que este girar incesante de la vida tiene un propósito.
Comencé a ver los ciclos que se repiten (y que Clarissa Pinkola Estés, llama de vida-muerte-vida). 
Y de a poquito, comencé a llenarme de nuevo, de celebraciones, de mis propios ritos. A traer a mi alma dolorida ancestrales recuerdos, que la cultura en que me encontraba inmersa, había enterrado. 
Rescaté a la "sanadora" interior que llevaba dentro sin saberlo y sin darme cuenta, comencé a compartir "sanación", reactivado la creatividad dormida en otros y otras.

Y cuando me había despojado lo suficiente de culpas, complejos y paradigmas culturales, fui capaz de concebir un nuevo "yo" o de desenterrar a la que siempre había estado allí. Y me re-cree.
Como premio, pude concebir dentro de mi vientre una nueva alma, que vino a ayudarme a continuar mi aprendizaje en esta vida.
Y este pequeño maestro lo cambió todo, consiguió derribar muchas más barreras que el miedo aprendido ha levantado delante mío, para llevarme a recuperar aún más mi verdadera esencia.

En eso estamos. Sanando, creando, viviendo, ensayando caminos y equivocándonos también; pero conscientes de que lo hacemos y cuestionando lo que no nos hace felices, ya no como rebaño sino como pastores de nuestras propias existencias.
Vivimos para aprender, para trascender. No para obedecer reglas y normas porque sí, por miedo a algún castigo.
La libertad comienza por aceptar el desafío de conocerse. 
Sin libertad no hay amor y sin amor no hay vida.

Imagen: "Mandala Triple Diosa-Kultrún", Acrílico sobre tela, con aplicaciones de mosaicos. 
Autora: Araceli Espinoza.-


3 comentarios:

  1. Aracéli, te felicito por el camino que estás haciendo, se necesita valentía para romper con los esquemas establecidos, que generalemente nos van poniendo cadenas a nuestra esencia y la va amarrando y lo que nos hacía sentir feliz lo tapamos bajo velos gruesos, impidiendo sacar a la luz lo que realmente nos mueve y lo que somos verdaderamente.
    Te felicito por haber rescatado tu escritura y tu pintura y que hayas reconocido en tí, la posibilidad de sanación.
    Yo estoy en ese camino, al igual que tú, pero lo comencé un poco más tarde, sabía muy bien lo que me llenaba, pero no me daba la oportunidad, pasados los 35 años retomé el escribir y me permití aceptar el que podía sanarme y ayudar a sanar a otros, como a los 38, tomé los pinceles y comencé a través del color a darle color a mi vida y ahora a los 50 he logrado ir conjugando todo y agradeciendo cada segundo que la vida me permitió acompañar a mis tres hijos, sin perderme una mirada, una sonrisa ni una palabra, he podido gozar sus vidas completas.
    Al leer tus palabras, no sabes como me he identificado con tu sentir.
    Mucho éxito en tu vida, junto a tu precioso hijo y tu marido. Vuelen alto en sus sueños.
    A tu marido tuve la suerte de conocerlo cuando fui al centro en Ricardo Matte Pérez en Providencia a decirle si podía trabajar en Reiki y Flores de Bach. Por eso he podido llegar a tu blog.
    Muchos cariños y sigue persiguiendo tus sueños y no te pierdas ninguna etapa de tu hijo, ninguna profesión te podrá dar más satisfacciones que la profesión Mamá.
    Diana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Diana,

      Muchísimas gracias por tus bellas palabras, me dan un enorme aliento y me confirman que este es el camino correcto para mí.
      Tu experiencia me es muy valiosa en estos momentos y te envío mi gratitud por compartirla.
      Espero que tus proyectos sigan enriqueciéndote y que tu vida esté colmada de satisfacciones.
      Te abrazo y deseo que la luz del amor de todas las madres te envuelva.

      Eliminar
  2. Gracias Araceli, por tus linda respuesta y por haber accedido a publicar mi comentario y permitirme entrar en tu más íntimo espacio.
    Desde acá te envio toda la luz, la mejor energía para que sigas caminando por ese hermoso camino que has comenzado en compañía de tu linda familia. Estaremos en contacto y compartiendo vivencias.
    Un gran abrazo lleno de luz.
    Diana.

    ResponderEliminar

POR FAVOR, COMPARTE CONMIGO TU OPINION, PARA ENRIQUECERNOS MUTUAMENTE.