
Para cualquier mujer que haya crecido en una
sociedad occidental después de los años ‘70 no son extraños conceptos como los
de “liberación femenina”, “igualdad de géneros”, etc.; pero sí, probablemente,
le sean desconocidos estos otros: “espiritualidad femenina, arquetipos, La
Diosa, matrística”
¿Porqué? Porque lo más probable es que sea
heredera de la luchas de las feministas de los ’60-‘70 y haya pasado la mayor
parte de su vida esforzándose por competir de igual a igual en el campo de
batalla del mundo masculino, profesionalizado, industrializado y exitista.
De lo contrario, puede que haya repetido
patrones heredados y se haya relegado al rol tradicional reservado a la
“mujer-madre-ama de casa”, negándose el espacio para desarrollar sus propias
potencialidades.
Incluso, y esto será quizás lo más frecuente, puede
que haya tratado de encajar en ambos, quedando destrozada en este proceso
enloquecedor.
Las mujeres de hoy han visto como es estar en el “mundo de
afuera”, es decir, compitiendo en el terreno que estaba reservado sólo para los
hombres en las generaciones anteriores y además, conservar intactos sus roles
tradicionales de organizadoras y encargadas del mundo doméstico. Esto último, hace muy poco que ha comenzado a compartirse y
delegarse.
La mayoría de las mujeres de hoy están perdidas en el limbo de la
contradicción, no sabiendo cuál de esos mundos es el suyo propio y como
vivirlos todos, sin extraviar el camino que su intuición les alienta a seguir.
Siento que las mujeres de occidente hemos
perdido la retroalimentación que daba el grupo, el círculo, las otras. Cada una cría, trabaja, emprende y
lucha sola; con mucha suerte, junto a un buen y comprensivo compañero. Las
abuelas, madres, hermanas, amigas y compañeras existen para muchas y se recibe
apoyo de ellas, pero no hay una unión espiritual mayor. Si es que existía una
guía, esta se pierde cuando una sale de casa para “empezar su propia familia”.
Existe mucha literatura respecto del cambio de
paradigma que provocó en Occidente el paso de una sociedad Matriarcal, basada
en la unión en torno a mujeres sabias y al culto a la fertilidad; a una
sociedad Patriarcal, dominada por hombres fuertes que se erigieron en rectores
de los destinos físicos y espirituales de sus “súbditos”.
Antropólogos como Gimbutas y Graves han
descubierto que en la Europa pre-histórica el culto a la Madre fue la primera
espiritualidad del ser humano, mientras aún eramos nómades. Se ha teorizado
después, que con el sedentarismo y la necesidad de proteger la “propiedad” el
rol de los hombres fue cada vez más valorado.
Se tendió a eliminar paulatinamente la
poligamia y entonces, los machos se dieron cuenta que intervenían en el proceso
de la reproducción, advirtiéndo que la descendencia repetía características
particulares del “padre”. Antes de eso, la paternidad era un asunto desconocido
y se sacralizaba la magia de la fertilidad femenina y la capacidad de “crear
nueva vida”.
Por lo tanto, con el advenimiento de la
paternidad y de la propiedad, los hombres se “adueñaron” de los hijos y crearon
todo un sistema para proteger y asegurar la autoría y el dominio sobre el
“linaje legítimo”. HE AHÍ EL “PATRIARCADO”.
Después de eso, sólo un par de milenios para
derivar en la creación de sistemas complejos de dominación, como las religiones
organizadas, los ejércitos, las monarquías, los Estados, los Gobiernos y un
largo etcétera.
Con ello, y para afianzar el nuevo orden, viene la demonización
de lo femenino y la supremacía de lo masculino, en los mitos y en la vida
social.
Pero las mujeres están
recuperando, de a poco, el protagonismo y los hombres lo están comprendiendo y disfrutando.
A
las reivindicaciones sobre el cuerpo y la mente que nuestras abuelas y madres
consiguieron a través de los movimientos feministas sociales y políticos, habrá
que sumarle, paulatinamente, la autonomía o independencia espiritual. Pero esto es más
difícil. Los conceptos de “culpa y condena” de las religiones patriarcales están insertos en lo más profundo
de nosotras, y traspasados de generación en generación han ido enterrando de a
poco la intuición y sabiduría profundas con las que nacemos todas.
Existen experiencias en Europa y
Norteamérica sobre movimientos de espiritualidad femenina de todo tipo, desde
los años ’60.
Al principio, sólo se trató de dar alma a las luchas políticas y
liberarse de las represoras y patriarcales religiones tradicionales, pero de a
poco se fue derivando en toda una corriente de rescate de la espiritualidad
ancestral, rescatando el rol primordial de la sabiduría femenina en la cohesión
social.
Y así tenemos a académicas-espirituales como
Jean Shinoda Bolen, Clarissa Pinkola Estés, Miranda Grey, Casilda Rodrigañez, etc.
que han creado teorías y sistemas de recuperación, reconciliación y
armonización de los roles femeninos.
En América Latina se está creando una interesante
mezcla, entre lo aportado por todas estas corrientes y el rescate de la
sabiduría ancestral de los pueblos originarios, en cuanto al conocimiento de lo
Sagrado Femenino.
Es mi deseo que, entre el rescate de nuestra
espiritualidad primigenia y la recuperación de la soberanía sobre nuestras
vidas y destinos, las mujeres encontremos el equilibrio, recorriendo nuevamente la senda hacia lo que fuimos, pero con las ventajas de lo que hemos aprendido y
sin abandonar lo que hemos conseguido.
Les comparto un texto que escribí hace
muchos años, pero que reedito hoy acerca de nuestro destino y nuestro futuro,
donde vuelco mis deseos para “NOSOTRAS”….
Mujer
Caminas sigilosa
por la tierra, húmeda de tu llanto.
Vas forjando la historia oculta.
Tu ceño fruncido, tu alma quebrantada.
Tu espíritu cansado,
de tanto guardar apariencias,
de tanto soportar injusticias.
Porque naciste frágil y sabia.
Porque naciste mujer.
Tu castigo fue por pensar, por cuestionar, desde el principio.
Tienes el dominio de la belleza,
y te fue revelado el secreto de la vida.
Pero tu espíritu fue doblegado por la fuerza,
y los hombres dejaron de adorar la divinidad de la vida que traes,
para adueñarse de tus hijos.
Y así, crearon religiones que bendijeron tu vientre y maldijeron
tu mente.
Los poetas cantaron a tus ojos y a tu piel.
En el nuevo mundo, creado por los guerreros,
te obligaron a ser sumisa y paciente.
Y tuviste que crear fortaleza.
Tuviste que aprender a soportar, estoica, el dolor.
Con tus manos gastadas construiste el futuro.
Y ahora estás aquí, abriendo tus alas a la libertad.
Sólo debes detenerte a meditar.
Que tu vuelo sea lento y en paz.
No quieras borrar el pasado,
aplastando a los que te hirieron.
Que tu meta sea elevada y superior.
Que tu labor vuelva a ser la unión.
IMAGEN: LA PACHAMAMA, AUTORIA DESCONOCIDA. TOMADA DE http://www.portaldesalta.gov.ar/pachamama.htm.
Araceli!! Que bello escrito!! Me emociona mucho encontrarme en tantas palabras! Es como ir desenterrando tantos vestigios de nuestras abuelas entre tanta tierra de años de aplastamiento, y encontrarse una misma, en tantas mujeres, encontrarte con tus propias manos y gracias a tus propios dolores que finalmente funcionan como luces guías hacia ti misma. No, no queremos borrar el pasado, pero queremos crecer volviendo a habitar nuestra propia piel, nuestro propio jardín, y finalmente ser lo que somos, mujeres... Bellisimo y sublime, gracias!!
ResponderEliminarComo me alegra haber logrado transmitir nuestra historia y que pudieras encontrarte allí. Creo que finalmente todas somos parte de un gran alma Madre, que nos está llamando a abrirnos y contar nuestras experiencias a otras para volver a unirnos en torno al círculo. Y eso es lo que tú y yo estamos haciendo, cada una en su rincón del mundo, abriendo un círculo invisible.
EliminarMuchas gracias, recibe mi abrazo y mi deseo para que la luz de todas las madres te siga inspirando y sosteniendo.
Araceli gracias por tan interesante artículo que me ha dejado reflexionando todo este fin de semana sobre nuestro rol y nuestra evolución en la tierra. Si me permites, voy a compartir tu blog con un par de amigas que estoy segura les gustará leerte. Un abrazo
ResponderEliminarQuerida Paty,
EliminarMuchas gracias por leerlo y por compartirlo también, la idea siempre ha sido que estas reflexiones lleguen a muchas mujeres, con ese espíritu inicié el blog y me pone muy feliz que te hayan gustado.
Un abrazo grande y nos vemos pronto!!!